Llegar temprano al Estadio Nacional fue la forma de evitarse filas y contratiempos.
Así lo entendió Juan, quien a las 5:45 p. m. pasó los dos puestos de control para ingresar al coloso de La Sabana y presenciar el partido entre Costa Rica y México.
"No me saque fotos porque me escapé del trabajo, pero es que yo sabía que tenía que venirme con toda la paciencia del mundo", comentó entre risas.
Él fue afortunado porque no hizo fila, a diferencia de quienes comenzaron a llegar después de las 6 p. m.
Por la tarde, cada aficionado duraba 1 minuto con 30 segundos para hacer su ingreso.
A falta de dos horas para el arranque del partido, ese rango aumentó a cuatro minutos.
"Yo la verdad creía que las filas le iban a dar vuelta al estadio, pero veo mucho orden", apuntó Xinia Quirós, quien prefirió llegar en tren con su hijo.
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"Pagar 15.000 colones por un parqueo es un atraco, así venimos más tranquilos, sin presas y con tiempo", añadió la vecina de Heredia.
En las filas, los ticos son mayoría, pero los mexicanos también se hacen sentir y matizan la espera cantando rancheras.
"Nosotros también les hacemos el coro, no hay problema", gritó un señor que estaba en la fila.
Para agilizar el ingreso, la seguridad pide que se lleve la entrada en mano.
Se hace un primer chequeo, luego hay otro puesto de seguridad en el que se pasan las entradas por una máquina que garantiza la autenticidad de los boletos.
Después de eso, sigue la requisa para corroborar que la persona no porta algún objeto no permitido.
"Traigo un bolsito de mano en el que solo viene la cámara y el pasaporte, pero no me dejan meterlo. Me dijeron que vaya al supermercado a comprar una bolsa plástica', indicó Luz Juárez, quien vino desde Ciudad de México con su esposo.
A falta de poco más de una hora para el inicio del juego, ya había ingresado el 50% de la afición, es decir, unas 17.500 personas.