El martes, una jovencita del Liceo de El Roble, en Santa Bárbara de Heredia, ingirió una bebida alcohólica alterada. Se la habrían dado unos conocidos que ofrecieron llevarla en carro a su casa al salir de clases. Ese día murió, con 13 años .
Su pérdida es un duro recordatorio a jóvenes y padres a extremar el control de las bebidas que los adolescentes se llevan a la boca y desconfiar de quienes se las dan, señalaron expertos consultados.
Coinciden en que, si por desgracia un joven bebe alcohol, al menos debe asegurarse de nunca perder de vista el trago y ser él mismo quien se lo sirve. La advertencia es porque en cualquier momento alguien con fines maliciosos o criminales puede alterar la bebida.
“Hemos visto en este año casos de mamás llamando a decir que la hija llegó desorientada, como atontada, luego de tomar una bebida con licor o algo más. En el patrón siempre interviene un amigo o un conocido”, recordó la doctora Ana Elvira Salas, jefa del Centro Nacional de Control de Intoxicaciones.
Su mejor consejo es proverbial: a un extraño no se le acepta nada y de los “amigos”, tampoco.
En fiestas o ambientes donde se bebe alcohol, es mejor moverse en grupos de amigos y se desaconseja servirse una bebida de recipientes grandes, señaló Juan Pablo Vargas, director ejecutivo del grupo Educalcohol Costa Rica, centrado en divulgar los efectos del consumo de alcohol y educar al respecto.
“Los estudios muestran que los menores forman mayores y mejores habilidades si padres y adultos cercanos los acompañan con afecto y atención. Es desarrollar la autoestima y el carácter para tomar decisiones saludables pese a las presiones”, recomendó Vargas.
Irvin Fernández, coordinador del Programa Convivir , del Ministerio de Educación Pública, también recordó a los docentes del país que su primer llamado es a formar para la vida, no solo impartir materia y es clave ganarse la confianza de los estudiantes para advertir problemas o casos de riesgo.
Después de todo, es un crimen que un trago apague una promesa de 13 años, o más, o menos.