Con estas palabras, la viceministra Ana Lorena Guevara señaló uno de los factores que propician el saqueo de nidos y la cacería de tortugas: el consumo de estos productos por parte de la ciudadanía.
En este sentido, la tortuga baula es perseguida por el tamaño de sus huevos (5,5 centímetros) mientras que la tortuga verde es cazada por su carne y huevos. Por su parte, los saqueadores matan a la tortuga carey por su carne, huevos y caparazón para la confección de bisutería.
“Esos huevos van a parar a Limón o sale a carretera, por la ruta 32, para ser repartidos por los pueblos. El precio de mercado del huevo hervido con chile jalapeño es ¢2.000 la bolsa de cuatro huevos”, comentó Didiher Chacón, director de la organización Widecast.
Asimismo, Chacón agregó: “Ya ni siquiera es un tema del afrocaribeño. La gente viene de todo lado y ya dejó de ser un tema de inmigrantes afro que adoptaron la cultura de consumo de la tortuga verde de los caribes. Además, usted no deja de ser afrocaribeño por no comer tortuga. No se pierde la cultura por dejar de consumir un producto que viene de una especie en peligro de extinción”.
Se dice que los huevos de tortuga son afrodisíacos, pero los científicos alegan lo contrario. Es más, la yema del huevo de tortuga está compuesta por lípidos, lo cual equivale a ingerir una cucharada de manteca.
“Necesitamos que la gente no le compre al huevero, que las cadenas de buses no dejen a los hueveros subirse a vender, que las cantinas no permitan que se vendan huevos de tortuga. Necesitamos que haya un boicot al consumo de huevos”, enfatizó Chacón.
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