Cuando Goethe lo llevó a Weimar en 1799, Friedrich (1759 –1805) era ya famoso como autor teatral; pero solo le quedaban siete años de vida: la tuberculosis no discrimina entre genios y gentiles. Antes, sin embargo, debía terminar el trabajo que, más tarde, haría que se lo considerase el mayor dramaturgo alemán.
En 1781, cuando el joven Schiller retozaba los veintidós años y se desempeñaba como médico en el ejército del Duque de Wuettemberg, escribió su primera obra, Die Räuber (Los bandidos), drama de feroz sentimiento que puede, junto con otras, adscribirse al Clasicismo de Weimar.
El nudo argumental se produce en el conflicto entre dos hermanos aristócratas, Karl y Franz Moor. El carismático pero rebelde Karl es amado profundamente por su padre, mientras que Franz, aparece como un frío y calculador villano. Mientras la obra se desenvuelve, las naturalezas de ambos personajes se hacen cada vez más complejas e interesantes.
El alto grado de emotividad en el lenguaje de Schiller y la descripción de violencia física convierten a Los Bandidos en la quintaescencia del movimiento Sturm und Drang (Tormenta e Ímpetu), que se desarrolló entre 1760 y 1780, y en el que la subjetividad y los excesos de la emoción se contraponían al exceso de racionalismo impuesto por la Ilustración.
Los Bandidos , según Peter Brook, influyó en el desarrollo del melodrama europeo. Además, fue la base de la Ópera de Giuseppe Verdi, I masnadieri (los bandidos).
Más tarde, Schiller escribió Kabale und liebe (Intriga y amor), un ataque contra la moral de la nobleza y Don Carlos , una apología de la tolerancia.
A pesar del éxito relativo de sus dramas, sobrevino luego ese extraño y necesario silencio de los dramaturgos: El teatro no recibió ninguna pieza suya durante doce años. Antes de morir, sin embargo, lo invadió la fiebre creativa y, escribió cuatro nuevas piezas teatrales: Maria Stuart , La doncella de Orleans , La novia de Messina y Guillermo Tell .
En estas obras, Schiller quiso programar la educación estética del hombre y el equilibrio entre razón y sentimiento; quizás una pretensión que iba demasiado lejos.