Termina el 2012. La buena noticia es que no se cumplió la supuesta profecía maya y el mundo no se terminó. La mala noticia es que todo sigue igual en Costa Rica. Ha sido un año que ha pasado sin pena ni gloria.
La economía crece moderadamente. La inflación está relativamente baja. El tipo de cambio no se mueve mucho. Las exportaciones crecen y la inversión extranjera sigue entrando de manera importante. El déficit fiscal sigue siendo alto, similar al del año anterior.
El indicador económico que más se movió durante el año fue el de la Tasa Básica Pasiva. Pasó de 8% en enero a 11% en octubre. Surgieron algunas dudas si ese aumento se debía exclusivamente a la presión que el faltante de dinero del Gobierno ejercía sobre el mercado financiero local, o si podría haber algo de manipulación de parte de los bancos estatales. Lo cierto es que luego de una “regañadita” de parte de doña Laura, que coincide con la colocación de los bonos en el exterior, la Tasa Básica vuelve a bajar. Además, en la última semana del año el Banco Central cambia la metodología del cálculo para que la Tasa bajara otro poquito más.
A todo esto, los ticos están frustrados por la poca mejoría que sienten en su situación económica. Esto se refleja en que el desempleo y el porcentaje de familias que viven bajo el nivel de la pobreza no mejoran significativamente. Pero también se nota en las protestas en las calles, en las redes sociales y en conversaciones con amigos. El ambiente es de pesimismo. Sobre todo, en lo que se refiere a la acción del Gobierno. Cualquier cosa que haga el Gobierno ya se ve con malos ojos. Se le busca la doble intención y se presagia que saldrá mal.
Existe una desconfianza total en los políticos. Lo sucedido con la famosa “trocha” es un ejemplo claro de esto. Al Gobierno se le mete entre ceja y ceja que tiene que hacer una obra de relativa poca importancia para el bienestar de la mayoría de los ticos. La hace en tiempo récord, pero mal hecha y, encima, se roban la mitad de la plata. Ahí se juntan una mala dirección política, con una mala gestión, una pésima labor de control y un grupo de pirañas corruptas dispuestos a saquear las arcas del gobierno. Un reflejo de cómo funciona nuestro Estado.
Por eso, cuando el Gobierno le dice a los ticos que necesita más ingresos para cubrir sus gastos, nadie está a gusto. El intento de reforma tributaria se le cae al Gobierno a inicios de este año, sobre todo, porque la vendieron como “solidaridad” con los pobres, y nadie se lo creyó. Mientras el Gobierno siga haciendo lo mismo de siempre, la gente se indispondrá cada vez que le quieran cobrar más impuestos.
En fin, el 2012 se resume en que siempre que pasa igual, sucede lo mismo.