La buena noticia es que Costa Rica mejoró 12 puestos en el ranquin del “Doing Business” del Banco Mundial. Esto demuestra que, cuando se pone voluntad, se pueden lograr avances importantes. El empeño que le ha puesto doña Laura para mejorar el clima de negocios en el país, y en particular los esfuerzos de doña Mayi Antillón por reducir la tramitomanía, empiezan a dar frutos. La mala noticia es que seguimos lejos de los primeros lugares. Somos 110 en el mundo, 21 en Latinoamérica y terceros en America Central. Todavía hay mucho trabajo por hacer.
Costa Rica es un país en el cual cuesta mucho hacer cualquier cosa. El ranquin del “Doing Business” refleja la queja de los empresarios de que en el país cuesta empezar un negocio, cuesta obtener un crédito, cuesta conseguir permisos –que se requieren para todo–. Hasta el proceso para pagar impuestos es difícil.
Pero no solo a nivel empresarial cuesta hacer las cosas. Cuando el Gobierno quiere hacer una carretera nueva, reparar un puente viejo, mejorar la calidad de la educación o despedir a un funcionario malo, también le cuesta. Los mismos proyectos del Gobierno pasan todos por un tortuoso camino de trámites, apelaciones y contraapelaciones. Contraloría, Sala IV, Procuraduría, Setena y toda la retahíla de instituciones de control, se toman su tiempo para revisar los contratos, y para poner más requisitos. Y que ni se diga de lo que cuesta aprobar una nueva ley que sea de calidad. Discusiones eternas y etéreas, mociones por doquier, y diputados poco ubicados, es la tónica de nuestro Congreso.
La sensación general es que la carreta está atascada. Nos hemos metido en un tremendo ´barrial´. No avanzamos, ni “pa’ lante, ni pa’ tras”. Y esto no es culpa del temporal que azota al país esta semana. Es algo que viene desde hace rato. Ya van varias administraciones en las que el presidente de turno se queja de lo difícil que es lograr avanzar. Por más que cambiemos de boyero cada cuatro años, la carreta sigue pegada en el ´barrial´.
El entrabamiento no le permite al Estado cumplir a cabalidad con las múltiples demandas de necesidades que hacemos los ciudadanos de este país. Tampoco le permite al sector privado producir más. Los esfuerzos de la administración Chinchilla para mejorar el clima de inversión y reducir la tramitomanía son un paso en la dirección correcta. Pero el trabajo duro queda aun pendiente por hacer. Se requiere de cambios estructurales importantes. Es fundamental hacer al Estado más eficiente y más eficaz. Aunque se sabe que la maraña institucional que hemos creado los costarricenses no será fácil de desenredar, hay que buscar un nuevo balance entre control y eficacia.