Karla Mora, de 21 años, y Aryerie Stuart, de 18, dejaron ayer los salones de Oncología de Mujeres en el Hospital San Juan de Dios.
Ahora tienen un cuarto adaptado a sus necesidades juveniles: un espacio con paredes llenas de decoraciones con guitarras eléctricas y notas musicales, además de televisión, computadoras y un baño propio.
“Estoy feliz de tener este espacio. La primera vez que me internaron me pusieron a la par de una señora mayor que tenía fobia social. Entonces, le tenían la ventana tapada y no podía entrar luz; todo estaba muy oscuro. La señora pasaba quejándose todo el día; era muy deprimente”, comentó Mora, vecina de Pérez Zeledón.
Su compañera de cuarto piensa igual: “Ahora uno convive con gente de edades parecidas y que está pasando por lo mismo que uno”, dijo Stuart, vecina de Talamanca.
Este espacio es una realidad gracias a la alianza entre ese centro médico y el Proyecto Daniel, una asociación para que los pacientes menores de 25 años con cáncer y enfermedades crónicas cuenten con condiciones óptimas que les permitan cumplir con el tratamiento y tener mejor calidad de vida.
Con apoyo de empresas privadas se logró recaudar casi ¢30 millones para reconstruir y equipar los dos cuartos (uno para hombres y otro para mujeres).
“Afecta mucho si se pone a un joven a compartir un cuarto con personas mayores, con las que no tienen cosas en común, y hasta le toca verlas morir. Esas experiencias pueden afectarlos porque les quitan las ganas de luchar. La depresión no es buena en estos pacientes”, dijo Ligia Bobadilla, madre de Daniel y líder del Proyecto.
Hoy, el sueño de Daniel ya beneficia a otras personas como él.
“Este espacio es más bonito, y compartirlo con gente de mi edad hace que esta enfermedad, que es tan difícil, sea un poquito más fácil”, aseguró Gerald Marín, de 17 años y vecino de Pérez Zeledón.