Algunos de los peores animadores del mundo radican en Costa Rica, de eso no hay duda. Desde el elenco de VM Latino hasta los DJs de pueblo a los que nadie debería darles un micrófono nunca, nadie se escapa de los clichés de la típica animación criolla.
Esta semana, en el marco de la actividad de recibimiento a La Sele , eso quedó en evidencia, cuando Celso Borges tomó el micrófono durante media hora para presentar a sus colegas, echándose a todavía más gente a la bolsa con una animación eufórica, pero sencilla y honesta.
No es tanto que Celso haya hecho un trabajo espectacular (que lo hizo) sino que estamos tan acostumbrados a tener animadores de pacotilla que a todos se nos cayó la quijada cuando lo vimos en tarima, pelotero y sonriente, ofreciendo introducciones personalizadas para cada uno de los jugadores, saltando, bailando y poniendo a la gente como loca.
Un grande, Celso. Desde que salió a escena se robó el foco de la manera más humilde, aplastando a cuanto roba cámaras apareciera en el camino, incluida Patricia Figueroa, quien sinceramente no supo darse cuenta de que cualquier intervención suya allí estaba sobrando.
Primero, se le adelantó cuando iba a presentar a Sabo (“¡Di, pero di! Me mató la sorpresa”, dijo Celso), y luego, lo interrumpió varias veces con alaridos gratuitos, a diferencia de Édgar Silva, quien siempre supo que ese no era su show .
Icónico el Borges cuando presentaba a Umaña y alguien le solicitó que se apurara, a lo que él respondió: “¡Mae, pero déjeme disfrutar!”, previo a proceder a tomarse todo el tiempo que quiso para festejar. Por dios, ¿quién presiona a los seleccionados, que han de venir destruidos de Brasil pero que igual se tomaron toda la tarde para saludar a cualquiera que se pusiera en sus caminos? ¡Por favor!
Mis partes favoritas de la transmisión fueron los bailes que Celso (quien dice no bailar mucho) hizo con Yeltsin, Júnior y Pemberton; cuando detuvo el show para ayudar a una señora en el público y felicitar a un policía; cuando dijo que venía el jugador “más pulseador” y la gente gritó “¡Yeltsin!” y él solo respondió con “¡No puedo más!”; y cuando Campbell tomó el micrófono para poner a la gente a cantar “¿Adónde están los hijue... que nos iban a ganar?” en televisión nacional. ¡Titán!
¿Y qué me dicen de cuando Pinto no podía gesticular palabra alguna porque cientos de miles de personas estaban gritando su nombre al unísono? Al final ni pudo decir lo que tenía que decir, pero por dicha ya lo había dicho todo en Brasil.
Volviendo a Celso: vaya que nos dejó a todos muy mal parados. Ahora no existe forma de que alguien más que nuestras mamás piense que somos especiales cuando compartimos el mismo oxígeno que un jugador de fútbol de primera, un animador que podría ayudarnos a revolucionar el medio, un lector empedernido, hablante de cuatro idiomas y tras de todo fan del metal . Vengan los aplausos a él y a toda la Sele , por recordarnos que siempre podemos mejorar, incluso cuando de animación de eventos se trata.