Redacción
Moverse era complicado para aquel hombre, anclado bajo el peso de decenas de figuras plásticas inflables en forma de cerdita rosada con vestido rojo. Afortunadamente, la voz del vendedor ambulante estaba libre y a todo pulmón inundó la Plaza de la Cultura con su oferta: “¡Lleve su Peppa! ¡Aquí está su Peppa! ¿Quiere una Peppa? Acá le tenemos su Peppa. ¡Viva la Peppa!”.
La anterior historia es verdadera. La escena la presencié unas semanas atrás, mientras caminaba con mis hijas por el centro josefino. Luciana, de cuatro años, me volvió a ver con esa cara que todos los chiquitos hacen cuando quieren desesperadamente un objeto que hace un minuto no sabían que existía. A como pudo esquivé su ruego, pese a la insistente campaña del informal comerciante.
Peppa, la cerdita, no ocupó de aquella pirateada figura inflable para entrar en nuestra casa. Ya hacía rato que corría entre nosotros en forma de otros juguetes para preescolares; libros de colorear y un DVD con 80 minutos de sus mejores episodios.De trazos sencillos, casi como hechos por un niño en algún aula de kínder, este personaje es hoy una de las figuras más importantes de la cultura familiar en casas donde hay niños pequeños.
Este fin de semana la fiebre de Peppa –que llegó tarde a Latinoamérica– vivirá su primera manifestación masiva en nuestro país, cuando cientos de infantes entren, de la mano de sus padres, al Palacio de los Deportes para asistir a una de las cuatro funciones de La búsqueda de tesoro, espectáculo en vivo oficial en el que la cerdita y sus amigos intercalan canciones e interacción con los asistentes.
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Millonaria. Desde que su programa se estrenó en la televisión inglesa en el 2004, Peppa estuvo destinada a la grandeza. Para los no entendidos, acá va lo básico: Peppa es una cerda que habita en un mundo en el que los mamíferos hablan, caminan en dos patas y viven como humanos. Peppa vive en la cima de una colina, junto a su llorón hermanito George, y sus padres. En sus aventuras diarias –contadas en episodios de cinco minutos– la acompañan amigos como Rebeca Rabbit, Suzy Sheep; Candy Cat, Pedro Pony, Zoe Zebra y Emily Elephant.
La serie empezó a tomar forma a finales de los 90 en las conversaciones de los animadores ingleses Neville Astley, Mark Baker y Phil Davies, quienes contra la moda de aquel entonces de producciones tridimensionales, optaron por un tratamiento bidimensional, mucho más cercano a trazos de niños.
Los tres amigos tocaron muchas puertas con Peppa bajo el brazo, sin lograr el respaldo necesario para producir la serie en las condiciones que ellos pedían. Legendaria es la historia de cómo el trío decidió distanciarse de la BBC, luego de que la influyente cadena no le diera el apoyo requerido a su primera serie The Big Knights.
Hoy Peppa Pig es una de las series inglesas más vistas en el mundo, una que en la BBC siempre sabrán se les escapó entre los dedos. Sus creadores conformaron el estudio de animación Astley Baker Davies y demostraron no ser flor de un día, al lanzar su segunda serie, El pequeño reino de Ben y Holly.
En Latinoamérica, Discovery Kids transmite desde hace un par de años las historias de Peppa, mismas que también están disponibles en Netflix y YouTube. En cuanto a sus “padres”, no hay quejas. Los hombres que en su momento debieron pedir prestado para completar la primera temporada de la serie son hoy felices millonarios, especialmente desde que vendieron la mayoría de acciones de Astley Baker Davies al emporio canadiense Entertainment One por casi $200 millones.Sea en las exclusivas tiendas londinenses o en nuestra Plaza de la Cultura, la mercadería de Peppa está a la mano y en toda gama de precios. Nada mal para una cerdita de vestido rojo.