En las décadas de 1960 y 1970, el rock corría por las venas del músico nacional Luis Muñoz, radicado en California; pero ahora fue el jazz el que lo trajo de vuelta al país.
El compositor realizó una breve visita a nuestro país para presentar su álbum Invisible, el quinto disco de su carrera, que ha sido bien recibido por la crítica internacional.
Se trata de una colección de nueve composiciones suyas en las que lo acompaña su banda y algunos músicos invitados, entre los que se encuentran Ramsés Araya, Jonathan Dane, George Friedenthal y su amigo de toda una vida, el guitarrista Narciso Sotomayor, con quien participó en proyectos de rock en el país. El propio Muñoz toca instrumentos como piano, cajón, batería y percusión.
Además, dos de los temas cuentan con letra, escrita por él mismo: en la canción Hymn participa la cantante Lois Mahalia, quien ha sido corista de músicos destacados como Joe Cocker, Michael McDonald y Kenny Loggins; mientras que en Manantial, colabora la vocalista brasileña Teka Pendiriche.
Con respecto al contenido del disco, Muñoz explicó que lo llamó de esa forma por tres razones: “por los abstractos que definen a una persona para su realización, como lo son la bondad, la compasión, el amor y ese tipo de cosas invisibles pero esenciales; por mi propia invisibilidad, ya que después de cada lanzamiento desaparezco y me retiro en mi casa y, finalmente, por los desahuciados, los enfermos, los pobres, los que esta sociedad se rehúsa a ver”, aseveró el músico.
Esta producción ya está a la venta en el país en las tiendas Laser Us, junto con todo el resto de la discografía de Muñoz, que incluye otros trabajos titulados The Fruit of Eden, Compassion, Vida y Of Soul and Shadows.
Con el material llamado Vida se hizo acreedor al premio ACAM al mejor compositor y productor de jazz en el año 2004.
Inicios. Aunque ahora navega en la inmensidad del jazz, sus primeros pasos en la música los dio en los territorios del rock.
“En los 60 hubo un gran auge del rock and roll, había muchos grupos como la Banda de la Manzana, los King Cats, los Vikingos, Organized Confusion, la Izquierda Erótica, la Nueva Vegetación y se hacían conciertos enormes en la Plaza Bonanza, en Plaza Víquez o en el Gimnasio Nacional, ante miles de personas”, recordó Muñoz.
Para 1972, junto con su grupo la Izquierda Erótica, Muñoz participó en un concurso nacional llamado El sonido del 72, en el cual el primer premio era el derecho de grabar un disco de larga duración. Ganaron y las grabaciones se hicieron con el sello Indica, pero este proyecto nunca vio la luz.
“Nosotros grabamos lo que habría sido el primer disco de música rock totalmente original en español en Costa Rica; pero nunca se publicó”, lamentó el músico, quien dijo desconocer el paradero de dicho material.
De igual forma, Muñoz resaltó el vacío documental que existe en nuestro país sobre el movimiento roquero previo a los años 80. “La gente cree que el rock empezó en la época de los 80, pero desde los 60 había un gran auge”, afirmó.
Cuenta que cuando el jazz tocó a sus puertas un día, nunca más lo abandonó. “Un amigo estadounidense de mi hermano, que se vino desde Boston en un microbús Volkswagen y lo dejó parqueado en mi casa para seguir su viaje hacia el sur del continente, me dijo que podía escuchar los discos que traía. Me encontré una colección de discos con los grandes del jazz, como John Coltrane, Thelonious Monk y Miles Davis, y me senté a escucharlos. Me bañé en eso y nunca se me quitó, me contaminé”, relató el premiado compositor.
En 1974, movido por el amor, pero también con la intención de estudiar composición musical, se trasladó a Santa Bárbara, California.
“El jazz era inexistente en Costa Rica y ganarse la vida como músico no era posible. Toda esa infraestructura se desarrolló décadas después; así que era muy difícil en esa época, a menos que tocaras música más comercial”, explicó Muñoz sobre las condiciones adversas que habría enfrentado como joven músico de jazz en la Costa Rica de los 70.
“Yo quería desarrollar mi carrera en el ámbito del jazz, porque los elementos de improvisación y las estructuras armónicas que definen ese idioma musical me atraían muchísimo”, afirmó.
Tocó con varios grupos, y en los 90 comenzó a grabar bajo su propio nombre y logró compartir el escenario con figuras de la talla de Chick Corea y Miles Davis.