Ayer Conchita Wurst acalló la ola de críticas que precedieron su participación en Eurovisión. La mujer barbuda austriaca fue merecedora del primer lugar en la 59.° edición, que se celebró en los pabellones de B&W, en Copenhague, y contó con la participación de 26 países.
La canción que interpretó, titulada Rise Like A Phoenix , recibió un total de 290 puntos contra los 238 que lograron los holandeses The Common Linnets, que se ubicaron en segundo lugar en la votación internacional, con una canción estilo country.
“Esta noche está dedicada a todos aquellos que crean en un futuro de paz y libertad. Ustedes saben quiénes son, somos unidad; somos imparables”, comentó emocionada la cantante antes de interpretar por segunda vez el tema ganador en la velada, al tiempo que recogía un brillante trofeo.
Si bien la representante austriaca tenía todas las miradas puestas encima desde su pase en la semifinal, no había un claro favorito para el día de la final, ya que también se escuchaban fuertes los nombres de la sueca Sanna Nielsen (quien se ubicó en tercer lugar), la inglesa Molly y el armenio Aram MP3.
Llamativa. Cerca de 180 millones de televidentes fueron testigos del triunfo de un personaje que causó polémica y hostilidad en algunos países del viejo continente desde que se confirmó su participación en el certamen de canto.
Su participación se vio rodeada de comentarios provenientes de diferentes flancos, con opiniones llenas de homofobia y temor.
Conchita Wurst es el álter ego de Tom Neuwirth, un cantante de 25 años, que ayer conquistó al público europeo no solo por su extravagancia sino también por su talento musical.
En el 2006, con su verdadero nombre, Neuwirth rozó el triunfo al quedar de segundo en el popular concurso de nuevos talentos Starmania , emitido por la televisión austriaca.
En el 2011, se reinventó a sí mismo y apareció en un nuevo concurso ya como Conchita Wurst: de cuidada barba, maquillaje, pelo largo y elegantes vestidos de mujer.
La artista ha declarado también que se siente con comodidad en el cuerpo en el que nació y que no utiliza ni vestidos ni tacones cuando anda por la calle, a pesar de que su intención es polarizar y llamar la atención sobre la orientación sexual, y ser diferente, con el afán de buscar tolerancia.
“Al final da igual qué pinta tiene uno o de dónde viene, porque lo único que cuenta es la persona”, comentó Conchita cuando fue elegida como representante de su país en Eurovisión.