El público que asistió al ensayo general de la ópera
De igual forma, el centenar de asistentes fueron testigos de la rigurosidad y pasión con la que el director musical Enrique Patrón de Rueda guió el espectáculo. Todo era válido para pulir esta ópera en tres actos, de Giacomo Puccini, que la Compañía Lírica Nacional estrenará mañana, a las 7:30 p. m., en el Teatro Nacional (TN).
A las 6:21 p. m. los integrantes del Coro Sinfónico Nacional terminaban de maquillarse en un improvisado camerino, donde el olor a laca era bastante intenso.
Pocos minutos después, comenzó el ensayo general de la producción de la Compañía Lírica Nacional (CLN). Sin embargo, hubo tiempo para una foto con el teléfono y subirla al perfil de Facebook.
La Orquesta Sinfónica Nacional, ubicada en las primeras filas de la luneta del TN, aguardaba a Patrón de Rueda.
Cuando llegó el apagón de las luces en la sala y ya con el director mexicano al frente, comenzaron las primeras notas. El sacristán (Andrés Gómez) de la iglesia de Sant´Andrea della Valle apareció y, poco después, el pintor Mario Cavaradossi (Ernesto Rodríguez), ingresó con propiedad.
La historia de
La solidaridad del pintor lo pone en jaque con su amada Floria Tosca, quien cree que la engaña. El jefe de la Policía, Barón de Scarpia, persigue de cerca al preso, hasta llegar a Cavaradossi, a quien tortura en busca de información.
Scarpia aprovechará la situación para tratar de complacer sus deseos carnales con Tosca, quien deberá elegir entre su dignidad o salvar a su amado pintor.
La soprano Blancke conoce bien su oficio y supo transmitir picardía e ingenio al pedirle a su amado que le cambiara el color de los ojos a la Magdalena, para que fueran como los suyos. El público lo captó al vuelo y lo celebró con una risa cómplice, pero discreta.
A la artista estadounidense, quien ha hecho presentaciones en el Metropolitan Opera House de Nueva York, parecía no importarle si se trataba de un ensayo o una función de temporada: cantó con igual intensidad sus arias y dúos.
Su labor fue aplaudida en varios momentos. Si por la víspera se saca el día, el público disfrutará bastante del trabajo de esta Tosca.
Ahí los coros, figurantes y solistas apenas pudieron acomodarse sobre las tablas, aunque se supone que era un gran desfile de victoria que atraviesa parte de la iglesia.
Instantes como estos permitieron disfrutar del trabajo del Coro Infantil, del Instituto Nacional de la Música. Ellos estaban atentos a los movimientos del director mexicano, para cantar siempre a tiempo. Además, para su comodidad, varios prefirieron usar calzado deportivo, que, sin duda, nada tenía nada que ver con su ropa de comienzos de 1800.
Sobre el escenario también apareció el Barón de Scarpia (el costarricense Fitzgerald Ramos), personaje que llegó a infundir temor y, ante todo, a buscar un fugitivo.
Conforme avanzó la puesta, se pudieron disfrutar otros elementos muy bien cuidados, como los muebles que adornaban la oficina de Scarpia, en el segundo acto. De igual forma, se vio la escultura del ángel, en el Castillo de Sant'Angelo, donde finaliza la ópera.
Entre acto y acto, hubo un receso de 15 minutos, tiempo necesario para realizar los cambios de la escenografía.
Para el tercer acto, algunos espectadores, en especial los más jóvenes, mostraban señales de cansancio; eran ya las 8:45 p. m. y aún faltaban cerca de 40 minutos.
Dos momentos particulares recordaron a todos que estaban en un ensayo. Lo primero fue escuchar al director Patrón de Rueda detener el ensayo en dos ocasiones, hasta que el tenor Ernesto Rodríguez lograra acoplarse a la perfección con la orquesta.
El otro fue menos tenso y el teatro entero se carcajeó al ver cuando los soldados simularon disparar a Cavaradossi, quien se desplomó; no obstante, el sonido de las balas llegó como un segundo después. ¡Hubo muerte, pero no balazos!
Con una enorme sonrisa, el director se dirigió en tono jocoso al público y le preguntó si estaba de acuerdo con él en que eso no debía ser así. Luego de repetirlo una vez más, esta vez con perfecta sincronía, el ensayo llegó a su final. También fue oportunidad para ensayar el saludo de los artistas.
Todo indica que solo falta levantar el telón durante el estreno y esperar a ver si el público aprueba o critica este nuevo esfuerzo por mantener viva la ópera en un país con poquísimas producciones de este tipo.