04/05/2011 Concierto Pepsi en la sabana con los Hombres G/Alonso Tenorio (Alonso tenorio)
La Sabana demostró anoche que la lluvia no es impedimento para pasarla muy bien.
No obstante, lograr el cometido implica una fórmula imprescindible: que los mortales se lo crean y que la velada sea matizada por música, pero de la buena.
Lo primero dependía de la gente; lo segundo, estaba más que garantizado con la presencia de los Hombres G en las plazas de futbol, al este del pulmón capitalino.
Luego de un incesante aguacero y el abrebocas de la agrupación Percance, el parque metropolitano entró en un silencio expectante por algunos minutos.
Eso cambió a las 7:10 p. m., hora en que los cuatro españoles saltaron al escenario, en momentos en que la lluvia se negaba a irse... Mucho menos lo harían los miles de seguidores que aprovecharon el acceso libre a la actividad musical.
El inicio resultó un poco lento, con canciones no tan populares en nuestro país como
Las ovaciones se hicieron cada vez más evidentes con
La nota más movida llegaría en la segunda mitad del concierto. La lista incluyó
A las 8:30 p. m., los ibéricos dejaron el escenario, pero ni ellos mismos se creyeron que era el final.
Summers, Rafael, Daniel y Javier no podían irse de Tiquicia sin hacer alarde de sus mejores éxitos.
Los fanáticos enloquecieron por completo cuando los españoles comenzaron a tocar las partituras de
Era hora para dos infaltables en el repertorio.
El truco de retirarse a los camerinos se apoderó de La Sabana. Otra vez, nadie se lo creyó.
Javier volvió para decir: “Gracias por haber venido, por aguantar la lluvia y por aguantarnos”.
De inmediato, comenzó con la impecable introducción de
Una combinación de batería de apenas segundos anunció la llegada de
Durante la interpretación, oficiales de la Policía Municipal intentaban evitar que algunos expresaran sus emociones con el
La fiesta musical alcanzó su cierre con
“Gracias chicos. Costa Rica, nos vemos...”, fueron las palabras de Summers. Él y sus compañeros fueron testigos de un extenso juego de pólvora, lo que marcaba el final de una velada que valió la pena.