¿Se puede creer que en la vida tenemos un alma gemela? Si le preguntáramos a los cantantes costarricenses Ana María Roldán y Adrián Céspedes, nos responderían que sí: ellos son un ejemplo de cómo la buena fortuna y las casualidades pueden unir a dos personas en la vida, tanto en lo profesional como en lo personal.
Hace 10 años, estos artistas no se conocían, pero la música los presentó. Desde entonces, no se han soltado de las manos y caminan juntos entre canciones, pero también en una relación de amistad que es mucho más que eso, pues son hermanos por elección. Juntos fundaron hace una década el dúo Plancha Live, proyecto musical con el cual han sacado adelante a sus familias, prosperado en sus carreras y hecho felices a muchas personas.
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La música plancha ha sido el vehículo en esta historia artística. Esas canciones románticas en español que han acompañado a varias generaciones y que no solo abordan temas de amor y desamor, sino que también evocan nostalgia, a esos tiempos pasados que se añoran con el corazón. Es ese reportorio eterno, en el que nombres como Juan Gabriel, Yuri, Amanda Miguel, José Luis Perales, Pimpinela y Camilo Sesto nunca pasan de moda.
La casualidad y el arte conspiraron para que Ana María y Adrián se encontraran. La constancia, el trabajo en equipo y la confianza son los ingredientes que los han mantenido unidos desde entonces.
En el 2012, ambos fueron seleccionados como cantantes para un concierto de la Orquesta Filarmónica del maestro Marvin Araya. Durante los ensayos, los intérpretes conectaron casi de inmediato. Adrián se ofreció a llevar a Ana María en su carro y así, en cada viaje, salió la idea de cantar juntos.
“Recuerdo que siempre en el carro íbamos arreglando el mundo y en una de tantas conversaciones de viaje le comenté a Adrián que a mí me fascina la música española de las grandes cantantes. Le dije que me encantaría hacer un concierto de eso. Hipotéticamente le dimos forma, pero a los meses me di cuenta de que el hombre me había tomado la palabra, había buscado banda y tenía todo listo”, contó Ana María.
Adrián comentó que nunca esperaron que esa idea que tuvieron en ese momento creciera de la manera en que lo hizo. “Plancha Live nació de una manera muy orgánica, no esperábamos tener tanta aceptación, tampoco esperábamos que durara todo este tiempo. Nos juntamos solo para hacer un concierto, pero como funcionó tan bien, el mismo local en el que lo hicimos nos pidió ir de nuevo un mes después. Y así nos fuimos rodados el primer año”.
Nuestra esencia primero es la química que hay entre Ana y yo que nació de forma orgánica. No fue que planeamos que ella me volviera a ver y que yo reaccionara, fue en el escenario donde nació básicamente de la espontaneidad que hay entre nosotros”
— Adrián Céspedes, cantante
Ese primer concierto que dieron juntos fue el 13 de abril del 2013 en Jazz Café Escazú. Cuando se dieron cuenta, los intérpretes ya habían formado una empresa, incluso registraron oficialmente el nombre de Plancha Live.
Céspedes, de 47 años y vecino de Curridabat, se adentró en el mundo de la música hace varios años. Además de ser profesor de canto, también ha trabajado como intérprete y traductor. Sin embargo, en la actualidad, se dedica por completo a su arte.
Por otro lado, la carrera de Ana María comenzó hace unos 14 años. Actualmente vive en Alajuela y tiene 35 años. Comenzó a cantar en el grupo Requete, pero dejó de trabajar en la banda para seguir con sus estudios como nutricionista.
Ambos artistas están completamente dedicados a la música en la actualidad. Plancha Live se ha convertido en su compañía y en el centro de sus vidas.
Plancha
El término música plancha, según explicó Adrián, se originó en Colombia y se refiere a la música de las décadas de los 70 y 80 que las señoras en sus casas escuchaban mientras hacían los quehaceres, específicamente planchar. “Se decía que las mujeres lloraban por su esposo infiel”, dijo.
A partir de este concepto, surgió la idea de crear una serie de conciertos. Adrián pensó que un evento con esta temática podría llamar la atención y así fue. Resultó ser algo pegajoso y el público lo recibió muy bien, captando la idea.
Inicialmente, el montaje consistía en Adrián y Ana María cantando, acompañados por una orquesta. Cabe aclarar que ellos nunca han cantado con pistas, pues desde el inicio se propusieron que la música y las voces fueran siempre en vivo.
Lo que sí nació de forma espontánea fue la particular manera de interpretar que tienen los artistas en el escenario. Gracias a su histrionismo, logran transformarse en una pareja que discute, se reconcilia, se quiere y vuelve a pelear, como en la vida real. Sin embargo, todo este acto teatral acompañado de música se debe a la química que tienen.
Eso no surgió de manera premeditada, explicó el artista. “Nuestra esencia primero es la química que hay entre Ana y yo, que nació de forma orgánica. No fue que planeamos que ella me volviera a ver y que yo reaccionara, fue en el escenario donde nació básicamente de la espontaneidad que hay entre nosotros”, aseveró.
“La química que tenemos entre nosotros estaba dictada por Dios para que pasara, porque yo conocí a muchas personas en el camino y Adrián también, pero ninguno había hecho click con nadie más como lo logramos entre nosotros”, agregó Ana.
La confianza y seguridad que se tienen ha dado forma a las rutinas que presentan en el escenario. Son conscientes de que las canciones que interpretan en sus conciertos son bien conocidas por el público y que musicalmente no es algo nuevo, pero su espectáculo se basa en brindar una experiencia a a la audiencia a través de las piezas, con su propia sazón al interpretarlas como una pareja.
Como dato curioso, ha sido tan bien aceptada la dinámica de Ana María y Adrián sobre la tarima, que muchos de sus seguidores pensaban (o todavía algunos podrían creer) que en la vida real eran pareja. Pero no, ambos tienen sus relaciones establecidas y sus hogares por aparte.
No obstante, la gran revelación llegó cuando Ana María se casó, generando un revuelo similar al descubrimiento de que el dúo Pimpinela eran hermanos.
La hermandad que une a Adrián y Ana María es tan fuerte que él fue testigo del matrimonio de ella. Publicaron una fotografía de la ceremonia de Ana María con su esposo y Adrián acompañándolos, revelando así el secreto y rompiendo el corazón de más de un fan.
Volviendo a la música, los artistas cuentan con al menos 200 canciones montadas. Cambian la lista de temas de vez en cuando, pero hay algunas que son infaltables y que el público no les perdonaría no interpretar, como La maldita primavera, el popurrí de Pandora o La chica de humo.
En Plancha Live, además de ser una empresa, también se ven como una familia. Reconocen que como grupo no serían nada sin el apoyo de Gerardo Porras (guitarra y dirección musical), Pepe Campos (teclados y producción), Christian Fiol (bajo), Óscar Torres (batería) y Daniel Morera (saxofón). Además se les suman Jamal Irías (sonido), Sara Roldán (asistente) y Joaquín Alvarado (encargado de prensa).
“Esto es un trabajo, tenemos que respetar al escenario y al público. Los dos nos hemos hecho en las tablas, cada quien por su camino, pero al final somos de las artes. Entonces nosotros tomamos muy en serio lo que estamos haciendo, somos fieles creyentes de que si alguien está pagando una entrada, tiene que recibir lo mejor, es tratar también al público con mucho respeto”
— Ana María Roldán, cantante
La seriedad y la responsabilidad de Plancha Live trascienden el escenario. Desde el principio comprendieron que debían de hacer las cosas correctamente, ya que de ello dependía el trabajo de todos los involucrados.
“Si no nos hubiéramos puesto tan estrictos, nos quedamos con nada. Pusimos en una esquinita la parte más romántica de cumplir el sueño de cantar, pero teníamos que ver qué hacer para seguir porque teníamos ya un equipo de trabajo que confiaba en nosotros”, comentó Adrián.
Aunado a la parte empresarial, siempre le dan un manejo especial al aspecto artístico. Ana María señaló que se preocupan al máximo por ofrecer al público un espectáculo de calidad, no solo musicalmente, sino también cuidando el montaje escénico y los vestuarios.
“Esto es un trabajo, tenemos que respetar al escenario y al público. Los dos nos hemos hecho en las tablas, cada quien por su camino, pero al final somos de las artes. Entonces nosotros tomamos muy en serio lo que estamos haciendo, somos fieles creyentes de que si alguien está pagando una entrada, tiene que recibir lo mejor, es tratar también al público con mucho respeto”, dijo.
10 años de recuerdos y curiosidades
Hace una década, Ana María tenía la idea de dedicarse por completo a la nutrición. Se imaginaba trabajando en un consultorio atendiendo a sus pacientes, aunque siempre con la música presente, pero no como su manera de vivir.
“Tenemos una gran bendición de poder vivir de esto, no solo de hacerlo como un pasatiempo. Lo tomamos con toda la responsabilidad porque es nuestro principal ingreso. Hemos dedicado muchos años a este sueño.
”Además de todo eso, también es muy especial el apoyo que hemos tenido del público que nos quiere y nos acompaña siempre. Esto va más allá de dar un buen espectáculo, sino de tocar corazones, de sacar a las personas de la rutina, de verlos contentos”, afirmó la intérprete.
Con ella está de acuerdo Adrián, quien asegura que cuando se encontró con Ana María ya había pasado su tiempo de vivir de la música, pero no fue así.
“Supongo que es como la reatificación de que sí podía y de que iba a suceder pero no como yo lo sospeché durante tantos años. Este es un sueño compartido , vamos caminando como cualquier pareja porque aunque no tenemos una relación, somos como un matrimonio”, expresó el cantante.
Las curiosidades y los vacilones no han estado fuera de la historia y máxime cuando esta es de 10 años de duración.
Adrián recordó una vez que durante un evento al aire libre fue atacado por un abejón. “Era una fiesta. Andábamos divinamente mudados, una cosa maravillosa. Estaba cantanto Bella de Mijares, que la termino con una o muy larga. Yo lo vi que venía, que se acercaba y entró. Agarré una botella de agua y me hice tragado al bicho ese”, recordó entre risas.
Ana María por su parte recordó una vez que se le quebró el tacón del zapato en pleno concierto. “Yo solo caminaba arrastrando el pie para no quedarme sin zapato, fue incomodísimo”, contó.
Sin embargo, también han enfrentado momentos menos divertidos que demuestran la intensa relación de hermandad entre los músicos.
“Adri conmigo es muy protector. Me siento muy segura porque una como mujer está expuesta en el escenario a cosas incómodas. Por ejemplo un día en una boda un hombre estaba borracho y me agarró una nalga y Adri me defendió”, contó Ana María.
Precisamente sobre esa relación, Ana María y Adrián tienen sentimientos en común. Ambos no se conciben el uno sin el otro, ni siquiera fuera de los escenarios.
“Adrián es mi confidente, es una persona en la cual yo confío mucho porque ninguno de los dos se anda con medias tintas o suavizando nada. Cuando me ha tenido que calmar lo ha hecho con mucho amor. Nos conocemos mucho, cuando yo levanto una ceja, él ya sabe lo que estoy diciendo. Adrián para mí es una alegría, es un regalo de Dios, la persona que Él puso en mi camino para cumplir objetivos, para crecer”, afirmó la cantante.
“Dejando por supuesto el respeto debido a mi familia, a mi pareja que son sumamente importantes para mí; Ana María es un porcentaje enorme de mi vida, de mi felicidad, de mi pasado reciente y que estoy seguro de que también lo será de mi futuro. Es de las personas con las que más convivo, de las que mejor conozco y me conocen. Además la admiro porque ha salido avante de muchas situaciones, me ha enseñado mucho de la vida”, concluyó Adrián.