Scherrer deseaba ser bailarín profesional, pero una caída lo obligó a cambiar de proyecto vital. Fue así como empezó a formarse y trabajar (de 1956 a 1959) para una de las firmas de moda más prestigiosas del mundo, Dior, capitaneada en ese momento por Saint Laurent.
En 1962 abrió su propia tienda de lujo en el célebre Faubourg Saint-Honoré de París, de la que eran clientas asiduas Jackie Kennedy y Claudia Cardinale, entre otras.
Los vestidos de noche, con estampados florales o de lunares, fueron su primera lanza de combate en el mundo de la moda.
Con el tiempo añadió los tejidos de leopardo y se consolidó como un maestro en el estilismo. Sus faldas de lunares de cintura ceñida y la apuesta por unos hombros desnudos o marcados, fueron también señas de identidad de su casa.
En los años setenta decidió trasladarse al número 51 de la opulenta avenida Montaigne de la capital francesa, donde se codeó con firmas como Chanel, Louis-Vuitton o la propia Dior y comenzó su trayectoria en el prêt-à-porter femenino.
Siete años después, la marca Jean-Louis Scherrer se impuso en Japón, donde alcanzó un verdadero triunfo, que unos años más tarde, en 2000, le abrió las puertas del mercado chino con la inauguración de su primera boutique en este país. El estilista también se lanzó a la creación de perfumes, como “Jean-Louis Scherrer”.