Bosco Ramírez Redondo bramirezcirio@gmail.com
En la basílica de los Ángeles hay un viejo libro: un inventario que registra una anotación hecha en Cartago el 19 de septiembre de 1833 por el presbítero Rafael del Carmen Calvo. En el libro, el sacerdote escribió lo siguiente:
“[...] con una escala de cajon por onde se sube onde la Señora y en la tarimba de atrás está una puerta de barandilla y tabla con serradura y llave, POR DONDE SE BAJA A LA PIEDRA [ sic ], y a la espalda del tabernáculo está el coro con una mesa grande de madera, con un escaño que se compone de dos, un órgano grande con su serradura y llave”. Sin embargo, esa descripción puede referirse a un armonio, instrumento muy popular entonces, que también llamaban “órgano”.
Las ofertas. Cuando en 1876 llegó a Cartago el músico José Campabadal , proveniente de España, en la provincia solo existían dos órganos: uno en la parroquia (templo ubicado al costado nordeste del mercado), estrenado en 1858, y otro en San Francisco, de 1874. El 1.º de enero de 1877, Campabadal tomó posesión de organista en la parroquia, en la basílica de los Ángeles y en el templo de San Francisco.
Campabadal produjo una gran impresión como organista, y tal fue la afición que nació luego hacia la música sagrada, que la basílica fue provista de un órgano valioso que se ubicó detrás del altar. Siguiendo una recomendación de Campabadal, el órgano se compró a una casa francesa cuyo nombre hoy desconocemos.
Según algunas referencias, a pesar del terremoto de 1910 y de las consecuentes translaciones dentro del templo, el instrumento siguió funcionando hasta la demolición de la iglesia.
Una vez que Cartago se recuperó de tan lamentable catástrofe, vino el proyecto de la nueva basílica, impresionante en dimensiones y diseño. Para financiarla, se unieron la Iglesia Católica, la provincia de Cartago y el resto del país. Se recolectó el dinero mediante donaciones, turnos, ventas y otras ayudas.
Una de las iniciativas más exitosas fue una emisión de sellos postales a principios de los años 30 con ocasión del tricentenario de la aparición de la Virgen de los Ángeles en Cartago.
Entre los objetivos estaba el dotar a la nueva basílica de un órgano tubular digno del nuevo templo para exaltar más la liturgia mediante la música.
Sin embargo, primero se habló de un armonium que importaría la Casa Federspiel por 3.200 marcos alemanes. Con un tipo de cambio de 1,60 colones por marco, el costo sería de 5.120 colones puesto el instrumento en el puerto de Limón. El armonio habría sido de más que medianas dimensiones, pero se desechó esta compra por el temor a que el templo se conformase solamente con este instrumento.
La empresa Federspiel formuló otra oferta: un órgano tubular de la fábrica Gëbruder Link de Giengen (Alemania), con dimensiones adecuadas al templo y su acústica. Se propusieron precios de tres órganos, desde los 18.000 hasta los 33.000 marcos.
Difícil decisión. Un comité ad hoc estaba decidido a adquirir un instrumento de sistema mecánico, tres teclados y pedalier , más un motor para el ventilador eléctrico y un sistema para dar manualmente fuelle en caso necesario. El órgano estaría acorde a las dimensiones del coro y su costo sería de 27.825 marcos.
La oferta incluía ciertas condiciones: un organero de la casa fabricante vendría a instalar el instrumento, y el pago se haría en cinco partes: al hacer el pedido, al embarcarlo, al entregarlo funcionando, y otros dos pagos fraccionados en lapsos de seis meses.
Por su parte, la compañía Lehmann entró a participar ofreciendo un órgano alemán de la fábrica E. F. Walcker, de Ludwigsburg, con presupuesto y dimen-siones semejantes al instrumento ofrecido por Federspiel.
Ante ese panorama, el comité se reunió y, en la sesión del 25 de julio de 1935, determinó nombrar una comisión de peritos que definiesen cuál sería el mejor instrumento, los precios y las condiciones de pago más adecuadas.
Se designó perito al presbítero Francisco Mähler, del seminario. Él llamó a dos competentes músicos: Emmanuel García y Julio Fonseca , y entre todos determinaron que ambas proposiciones eran dignas del santuario y dejaron nuevamente la decisión en manos del comité.
Como el tiempo transcurría y se acercaban las festividades del tricentenario, los gastos eran cada vez mayores; por tanto, no era prudente hacer una inversión de tal magnitud por el momento, así que se decidió no adquirir ningún instrumento.
Aun hoy, podríamos decir que la decisión era difícil pues las dos propuestas eran interesantes: el instrumento mecánico y el de sistema eléctrico. Recordemos que el órgano de la catedral de San José es mecánico, pero el de la basílica de Cartago es eléctrico. Con el tiempo, la junta edificadora optó por comprar un órgano electrónico Hammond, el cual, según el profesor Bernardo Ramírez, terminó en el templo de Paraíso.
La elección final. Más adelante, en los años 50, se consideró de nuevo el proyecto del órgano tubular. El presbítero Alfonso Coto tomó la decisión final sobre el nuevo instrumento.
El 30 de noviembre de 1955, el señor Juan Bansbach, organero y propietario de una tienda de instrumentos musicales ubicada en San Pedro de Montes de Oca, presentó un proyecto para un nuevo órgano en la basílica, de la casa E. F. Walcker & Cie., de Ludwigsburg-Württemberg (Alemania), cuyo representante era Bansbach.
Dicho modelo tendría 30 registros distribuidos en tres manuales y pedalier . Bansbach ofreció más de dos mil tubos hechos de madera, zinc fino y estaño al 40 %; también detalló el diseño de la fachada, la clase y el tratamiento de la madera; por último, Bansbach aportó datos sobre la tensión de la electricidad. El órgano costaría $ 14.200 sin instalación.
El 28 de diciembre de 1955, el presbítero Alfonso Coto (cura párroco de la Basílica) y Juan Bansbach (representante de E. F. Walcker & Cie.) pidieron un nuevo órgano de 31 registros con tres manuales y pedalier , y un peso neto de unos 7.000 kilos. Su valor sin instalación era de $ 16.495, entregado en el puerto de Puntarenas; su número de construcción: Opus 3.589.
El órgano llegó por ferrocarril hasta el costado norte de la basílica. Se dice que estuvo durante algún tiempo en sus cajas pues no se había decidido su ubicación. Una propuesta fue montar el instrumento en una capilla; en cambio, el padre Coto lo quería en el coro, donde al fin quedó. Según Gerhard Walcker , el órgano se diseñó para esa ubicación.
Por fin, el domingo 25 de noviembre de 1956 a las 2:30 de la tarde, el instrumento fue consagrado al servicio del culto divino por el arzobispo de San José, Rubén Odio. En este acto se rindió un homenaje al organista de la basílica, Luis Valle, quien se retiró a causa de su edad y por el impedimento de subir las gradas hacia el órgano. Al compositor Valle se le obsequió entonces una medalla en agradecimiento por los servicios prestados desde 1910.
El concierto de inauguración lo realizó el organista Carlos Enrique Vargas, quien se formó como intérprete en el prestigioso Instituto de Música Sacra Santa Cecilia de Roma . En ese acto, Vargas tocó obras de Vierne, Haendel, Arne, Dubois, Andriessen y Monestel.
En los decenios de 1980 y 1990, el sacerdote Miguel Ijurco y Bernardo Ramírez hicieron varias restauraciones importantes ante los problemas causados por el desgaste, la humedad y la pérdida de afinación.
Ahora, debido a problemas graves de humedad, vandalismo e insectos, el instrumento está en reparación por Gerhard Walcker, organero alemán e hijo del constructor del instrumento. Debido a esto, podremos escuchar el histórico órgano, recuperado, en noviembre.