Este año, el Festival Nacional de las Artes (FNA) decidió instalarse en pueblos de la zona sur.
Fue por parte del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) –junto con la coproducción de la Junta de Desarrollo Regional de la Zona Sur (Judesur)– un gesto noble cargado con buenas intenciones.
El festival, que finalizará el 14 de agosto en Golfito, comenzó el viernes 5, y continúo el fin de semana, casi siempre bajo el ímpetu de un ameno aguacero. Según datos del MCJ, durante estos primeros tres días se recibió más de 30.000 visitas.
La inauguración se realizó ese viernes en Ciudad Neily, del cantón de Corredores de Puntarenas. “Quisimos distribuir de manera justa y razonable una oferta cultural para crear nuevas audiencias. Este fue un proyecto que se tomó muy en serio. Creamos un pacto cultural con las comunidades; los parques se habilitaron, y creo que el público en esas zonas es extraordinario”, comentó la ministra de Cultura, Sylvie Durán.
La comunidad de Neily es pequeña y se mantiene unida y esto se reflejó durante las actividades que se apropiaron del parque central todo el día.
A las 8 a. m. se presentó en el anfiteatro del parque la obra teatral con títeres Cuento de la huerta a cargo del grupo Cuatro Vientos; una hora después se presentó dentro de una carpa la compañía La Carpa CR Circo.
Esa compañía presenta a diario cuatro espectáculos diferentes dentro de un toldo rojo y azul, donde el calor humano prevalece. Ese viernes, los niños se adelantaron tomando campo en las primeras filas y ahí se quedaron.
Uno de los objetivos de este festival es dar a conocer la artesanía de la zona sur por medio de la exposición Tradición e innovación: artesanía de la Región Brunca , la cual reunió a 45 artesanos.
“Con esta exposición queremos reconocer lo que sucede en la región Brunca. Visitamos 12 comunidades, hablamos con artesanos y planeamos junto a ellos exponer y vender sus productos. Los presentes representan un aproximado de 90 artesanos de la zona”, explicó Marianella Protti, productora artística del FNA.
Dentro del parque, una de las actividades que constantemente permaneció saturada fue la de Cajas Lambe Lambe. Títeres miniatura , del colectivo El Queso Teatro de Títeres, quienes muestran dentro de tres cajas, tres historias distintas.
Durante el viernes, la fila para observar las obras fue larga; tan larga que se convirtió en poco ético quitarle el espacio a los más pequeños quienes después de ver las historias hacían de nuevo la fila para verlas una vez más.
A las 7 p. m., la lluvia en Ciudad Neily parecía ser parte de la programación: puntual, organizada, y cálida.
Los murmullos de los visitantes indicaban que no iba a dejar de llover; incluso, “que iba a caer un baldazo más fuerte”, decían.
A las 7:15 p. m., justo cuando iba a iniciar el pasacalles a cargo de CAF Producciones, el agua cayó. Una minoría buscó techo, pero la gran mayoría hizo del agua un elemento más para disfrutar.
Por la calle desfilaron bailarines con trajes típicos y personajes populares como el Padre sin Cabeza, la Muerte, la Cegua y la Llorona, entre otros.
Entonces, fue así como la lluvia y los niños corriendo detrás de bestias en zancos, se unieron para darle una bienvenida surreal al festival.
En la tarima principal, también ubicada en el parque central, estaba la ministra, quien le agradeció al público por la asistencia y recordó que “la fuerza del país está en su biodiversidad”. Después de estas palabras se presentó el acto del director escénico Gustavo Monge, llamado A las puertas de Cuasrán , inspirada en una figura de resistencia boruca que durante la Conquista se resistió al bautizo (católico).
Finalmente, se presentó la obra La cuna del swing , de Ligia Torijano, y luego el grupo nacional de salsa 110 st.
A las 9 p. m., la lluvia, la música, el baile y los niños no habían perdido una gota de energía.
Muelles para el arte. Se podría decir que Golfito es para muchos una zona de paso, nada más. Transitan por ahí para visitar el Deposito Libre o la frontera con Panamá. Pero si se observa con cuidado, ese pueblo puntarenense es un lugar por explorar.
Tiene gradas que llevan a junglas, un mar con muelles por los que en las noches se puede caminar para ver estrellas o luces difusas de barcos. Y fue ahí, entre el mar y la selva, donde se llevó a cabo el segundo día del Festival Nacional de las Artes.
Temprano, se develó un mural en una de las paredes del estadio Fortunato Atencio de Golfito, realizado durante 15 días consecutivos por gente de la zona, junto a funcionarios de la Universidad de Costa Rica y personal del Centro de Producción Artística y Cultural del Ministerio de Cultura.
El siguiente acto comenzó a las 9 a. m. y estuvo a cargo del grupo Cuatro Vientos, que presentó la obra Cuento de la Huerta , que se llevó a cabo en el gimnasio, ubicado a un costado del parque.
“La organización me ha parecido excelente, desde el trato que nos dan, hasta las locaciones. Me sorprende las instalaciones de las comunidades; ha sido importante viajar para conocer la cultura de otros lugares”, comentó Milagro Barrantes, del grupo.
Después de ese acto las aguas estuvieron calmas, y aunque la lluvia parecía no llegar, a las 4 p. m. arribó, justo para acompañar las actividades de la tarde.
Bajo toldos ubicados en el parque central, los juegos tradicionales convocaron a un pueblo valiente que no huyó cuando los zapatos se inundaron.
Entre partidos de ajedrez y dominó, el Cuarteto de Saxofones, también conocido como Sax Muse, amenizó la tarde y como cantos de sirena mantuvieron la lluvia dominada por un rato y al público cautivado. En otro toldo, Juan Cuentacuentos leyó, cantó, y jugó con el público.
El mago Alejandro Navas, también hizo de las suyas y no dejó que el agua le estropeara ningún acto.
A las 6 p. m., el Ballet Folclórico Nayuribe presentó la obra Mi tierra es libertad , la cual pretendía concientizar sobre los efectos dañinos del tabaco, por medio de distintos actos. Luego, los niños comenzaron a gritar: “Donde los bomberos, todos donde los bomberos”. La lluvia y los que obedecieron corrieron hacia la Estación de Bomberos, donde se encontraba el pasacalles de CAF Producciones.
De nuevo, las bestias y los trajes típicos encantaron, y todos marcharon hacia la tarima principal donde se iba a presentar Las Juntas del Pizote y más tarde Cocofunka. Su cantante Javier Arce destacó la magia del lugar: “Entre la jungla y el mar; esto sucedió así gracias a una inmensa visión cultural. Aplausos por eso”.
Agua Buena. A una hora y media del centro de Golfito se encuentra el pueblo Agua Buena de Puntarenas. Ahí llegó el domingo 7, a las 2 p. m., La Ruta de las Artes (un bus en el que viajan artistas para presentarse en ocho comunidades: San Vito, Agua Buena, La Cuesta, Comte, Río Claro, Palmar Norte, Ciudad Cortés, y Rey Curré).
El salón comunal del campo ferial se acondicionó para poder llevar a cabo las actividades, y así no darle la autoridad a la lluvia de finiquitar la programación.
El primer acto estuvo a cargo de Los Muchachos del Barrio, conformado por Christian Amador y Carlos Vargas, quienes presentaron una obra con títeres para trasmitir un mensaje importante sobre la Ley 7600, la tolerancia y la empatía.
Poco a poco, el salón comenzó a llenarse, y la lluvia amenazaba con no dejar escuchar el acto seguido de Juan Cuentacuentos, quien se aprovechó de los relámpagos para asustar y hacer reír a los más pequeños (y a más de un papá). Luego fue el turno de Estefanía Dondi, quien presentó una pieza de danza contemporánea acompañada de música que hiló fibras de curiosidad en el lugar.
A las 5 p. m., el salón estaba lleno y no había más sillas; pero, entonces, alguien comenzó a meter tablas y bloques de cemento, y con bancas improvisadas pero funcionales, el grupo de teatro Impromptu exploró su arte con los presentes.
“Nuestro espectáculo trata de tres soñadores en busca de sus sueños, y creamos historias a partir de frases que da la gente” dijo Andrey Ramírez, de Impromptu.
“Estas comunidades nos han dado una buena recepción. Hasta hemos terminado tomando café con algún vecino. De parte del grupo podemos decir que la hemos gozado”, añadió Ramírez.
El último acto de la noche lo protagonizó el grupo de música latina Madera Nueva, quienes finalizaron La Ruta de las Artes dentro de un redondel con cumbia, salsa y merengue.
No había duda de que este primer fin de semana un sector de la población, que estuvo enterado del fracaso del Festival Internacional de las Artes el año pasado, estaba temeroso; sin embargo, como dice la canción del grupo mexicano Café Tacvba: “Agua para limpiar las heridas”.