Trabajar desde muy temprano y hasta tardísimo en la noche por un pago menor al de los costarricenses, no es tan duro para los nicas como sí es soportar y vivir a diario el desprecio y discriminación.
Ese es el panorama que muestra la obra La nica, una adaptación de El nica de César Meléndez, que Cristina Bruno, viuda del actor, estrenó la noche del 29 de agosto en el teatro Espressivo. La nica llega a las tablas presentada por Teatro Espressivo y Teatro La Polea (herencia de Meléndez).
La nica nace como homenaje a Meléndez fallecido en diciembre del 2016. Este monólogo, interpretado por Bruno, llega justo en el momento en el que nicaragüenses buscan refugio en Costa Rica, debido a la convulsa crisis política que vive Nicaragua.
El nica nació en 1999 y contaba las vivencias de Meléndez como migrante. Bruno lamenta que 19 años después un monólogo como este siga manteniendo vigencia.
A mediados de agosto se realizó una marcha en el que un grupo de costarricenses exigían que los nicaragüenses salieran de Costa Rica. Ese día fueron detenidas 44 personas por agresiones xenofóbicas en el centro de San José. Como respuesta a esos actos de violencia y discriminación, el sábado 25 de agosto se realizó otra manifestación, pero esta vez haciendo un llamado a la paz, al respeto y para decir no a la xenofobia.
La nica está basada en hechos reales. Es una recopilación de acontecimientos y desdichas que han vivido nicaragüenses que dejan su tierra para buscar un futuro para ellos y sus familiares.
Los sentimientos que produce La nica se manifiestan en una que otra risa y muchas lágrimas. La obra presenta las carencias, el sufrimiento y las victorias que se viven día con día, esas que llegan cuando pagan el salario y hay “reales” para mandar a los seres queridos.
En La nica, Bruno expone que son más los nicaragüenses trabajadores y luchadores que aquellos que llegan a un país a hacer daño. También plasma a todos aquellos orgullos nicaragüenses que muchas veces le han regalado alegrías a Costa Rica.
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La nica
En esta propuesta, el tema de la migración es abordado por una mujer que conversa con transparencia, humor y profundidad con un Cristo crucificado. Ella muestra el rostro humano de su situación, el terrible desarraigo, el amargo desconsuelo, los anhelos, la soledad, la alegría efímera, el amor, las carencias, la crueldad y la fe.
La obra se presentará este 30 de agosto y los días 5 y 6, 12, 19 y 26 de setiembre en Teatro Espressivo. Además, está disponible para gira a comunidades, empresas, centros educativos y cualquier lugar al que los llamen.
De los fondos que se recauden con este espectáculo se donarán fondos a un bien común, en este caso relacionado con la hermandad.
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Para César
En su camerino, Cristina Bruno tiene una foto en la que aparecen César y la hija de los dos, Paz, de tres años y medio.
También están un par de zapatos tipo burro que eran los que el actor usaba para hacer El nica. César nunca se fue. Eso se sabe cuando Cristina al finalizar su presentación lanza besos al cielo. También cuando dice: ‘¡lo logramos!’, porque el éxito alcanzado en escena es compartido con su esposo.
“Desde que me estoy maquillando le voy hablando. Le digo que me dé tranquilidad, que me ayude, por ahí le digo que me acuerde todo el texto. Pero sí, lo siento conmigo".
–¿Esta es la primera vez que usted hace esta obra en público?
–Esta es la segunda función. La primera la hice como un homenaje personal con amigos íntimos y familia. Estuve como ocho meses intentando sacar el trabajo. Emocionalmente era muy difícil para mí, cada vez que veía el texto me removía todo y ahí lo dejaba. En ese proceso estuve ocho meses. Cuando ya lo tuve listo (el monólogo) dije: ‘necesito hacer una función, aunque sea solo una’. Yo necesitaba hacerla como homenaje a él. Dije que no importaba cómo saliera. En esa función estaba don Steve Aronson (productor ejecutivo del teatro Espressivo) y me pidió que lo sacara y que lo presentáramos en Espressivo. Eso se dio en junio y justo se dio toda esta situación de la marcha. Yo soy absolutamente creyente y sé que Dios escogió el momento correcto para salir con La nica. Es como aportar humildemente un granito.
–Es su homenaje a César pero también da un mensaje importante en estos tiempos en los que se ha manifestado la xenofobia...
–Exactamente. Vos sabés que hay gente que cuando se dio la marcha contra (los nicaragüenses), había gente que me llamaba y decía que qué bueno que saqué La nica porque el tema está tan vigente y que así todo mundo puede escuchar el mensaje de hermandad. Y yo pensaba que qué pena que esto esté vigente todavía.
–¿Cree que César hubiera hecho lo que usted está haciendo?
–¡Quién sabe dónde estaría César! César hubiera sido fiel abanderado del amor al prójimo.
–Después de esta presentación tan emotiva, ¿cómo se siente como esposa, como ser humano?
–Siempre que voy a entrar me desarmo. La nica como proceso de actuación, emocionalmente me hace caer, me aflojo. Estoy escuchando a la gente, lo veo a él (César Meléndez) en el video y eso emocionalmente me afecta mucho y siempre creo que el final va a ser muy similar, pero vieras que no. Más bien me siento muy empoderada, con mucha fuerza, muy agradecida con Dios, con la vida, con la gente que se toma el tiempo de venir a escuchar a una mujer que ni conocen, que pagan una entrada para acompañarme en este proceso. Yo siempre termino la función y cuando hay apagón le digo: ‘lo hicimos Chito’.
–Usted viene de Argentina, también es inmigrante. ¿Ha vivido algo similar a lo que vive La nica?
–Para nada. Primero por mi aspecto físico, por mi acento, el acento argentino a todo el mundo le encanta. Nunca sentí en carne propia lo que sí sintió César como migrante. Una vez que empezamos con El nica (en 1999) sí viví y sufrí ciertas situaciones no muy agradables contra César y eso me pegaba directamente.