El Nunca J-amás se hace josefino

¿Qué haría Peter Pan si en lugar de visitar a Wendy en el antiguo Londres, tuviera que buscarla en el San José del siglo XXI? ¿Y si no tuviera magia para volar y le tocara enfrentar en autobús todo el caos de las calles capitalinas?

Pues, a partir de este fin de semana, y hasta el próximo 13 de noviembre, el eterno niño de mallas verdes se mudará a nuestra realidad con todos sus amigos y enemigos, para darle vida a la obra En el país de Nunca J-amás.

El Teatro del Sol presenta esta singular puesta en escena, cuyo texto fue creado a partir de una adaptación de la conocida novela Peter Pan, de J.M. Barrie, pero que va más allá y desarrolla distintas posibilidades a partir de una simple pregunta: “¿Sería Peter Pan el mismo si viviera en el San José del siglo XXI?”.

“No planteamos respuestas, sino situaciones. ¿Cómo funcionaría la historia si no fuera a principios del siglo pasado y si no tuviera magia y todo pasara en el realismo total, en la calle de nuestro San José? Lo interesante es darse cuenta que quizá no habría tantos cambios”, aseguró Kyle Boza, coescritor de la obra junto a Álvaro Martínez.

Durante casi dos horas de actuación, y a lo largo de 19 escenas, se cuenta cómo Peter, Wendy, el capitán Garfio y los otros personajes intentan sobrevivir en su nueva realidad.

Voluntarios. La obra es presentada por el Colectivo Los Niños Perdidos, una agrupación que surgió de manera espontánea para darle forma a este ambicioso proyecto. Precisamente, la obra es un ejemplo de un montaje de dirección colectiva, en el que nueve directores, con visiones diferentes, comparten un mismo espectáculo.

“Son nueve directores y hay de todo; algunas escenas se van por un género, tienen un humor negro que te hace reír y reflexionar, te dejan una mezcla de sabores en la boca. No es una obra para pasársela mal; a pesar de la duración, se renueva constantemente”, agregó el escritor.

Con más de 70 personas involucradas, En el País de Nunca J-amás se presenta como el segundo trabajo asumido por el Teatro del Sol, en el que la experimentación constituye el elemento más importante.

“En escena habrá 46 personas, algunos aparecen cinco minutos otros más; además, tuvimos comisiones encargadas de aspectos como escenografía y vestuarios. Todos son voluntarios que se acercaron al proyecto por vocación, nunca les hablamos de dinero, ni de ganancia y aún así se quedaron”, resaltó Boza.