Hace unos tres años, seis diseñadores decidieron dejar de temer al riesgo. Seis creadores de muebles y productos unieron fuerzas y crearon The Carrot Concept , un colectivo que aspira a que El Salvador tenga un lugar en el diseño mundial.
Dos de sus miembros, José Roberto Paredes y Claudia Washington, compartieron su historia en el Festival Internacional de Diseño , celebrado en la Antigua Aduana la semana anterior.
Su charla concretó cuatro puntos: nunca hay que dejar de tener miedo (saludable); hay que cuestionarse todo; “vivir la idea” y, todo ello, hacerlo en equipo.
¿Hay un mercado para productos locales? “Nuestro proyecto, precisamente, es generar el mercado, porque no, no lo hay aún”, explica Washington. “Empezamos vendiendo diez productos y, ahora, vendemos, más o menos, cien productos al mes. Sí hay gente que quiere consumir diseño, pero también hay que posicionar el diseño de tal forma que pueda competir con otros mercados, con otros diseños que vienen de otras partes”, señala Paredes.
Esta falta de confianza en el producto local es común en América Latina, pero The Carrot Concept la ha sorteado promoviéndose primero en el exterior, en ferias de diseño de alta categoría. “Realmente, hemos utilizado poca publicidad. El boca en boca ha funcionado mucho. Cuando la gente se entera de que hemos mostrado el producto fuera, le da más credibilidad al proyecto”, explica Washington.
¿Es extraña esta estrategia? “Eso es bueno, no necesariamente malo, pero hay que saber jugar con las condiciones que tienes y a cada problema hay que encontrarle una solución”, comenta Paredes.
En su proyecto fueron fundamentales las alianzas. ¿Cuáles son los principales obstáculos para que esas uniones se den? Paredes opina que es, en parte, el ego. “Cada uno, cuando está interesado en su propia empresa, quiere imponer sus ideas. Creo que lo más difícil es poder poner al lado sus ideas y saber que otros pueden tener buenas ideas. Hay que dejarlos opinar, dejar hablar... Si cuesta que la gente confíe en nosotros, los diseñadores, nos cuesta mucho a nosotros confiar en los diseñadores. Antes queríamos estar todos haciendo todas las partes del proyecto, y hoy hemos logrado ya repartirnos las actividades”, explica el diseñador.
Para The Carrot Concept, el riesgo era no arriesgarse; para quienes los escuchan, es un reto.