“Supongo que me gustaría estar en la entrada de mi casa sentado en una mecedora, pero hasta el momento hay cosas que me llevan en otra dirección”, dijo recientemente Al Pacino, el venerado actor que cumplió 80 años el 25 de abril, hito que lo pilla en plena actividad.
A comienzos de año obtuvo la novena nominación al Óscar de su medio siglo de carrera frente a las cámaras, a Mejor actor secundario por El irlandés, lo que es una prueba más de su vigencia. Pero el último tiempo ha marcado para Pacino una serie de debuts. El irlandés fue su primera vez a las órdenes de Martin Scorsese y también trabajó por primera vez con Quentin Tarantino en Había una vez en... Hollywood.
Además, en febrero pasado se estrenó su primer protagónico en una serie de TV: el drama de acción Hunters, de Amazon, donde interpreta al líder de una banda de cazadores de nazis en los años 70. Ha sido un año de roles llamativos y desafiantes, que han servido para evidenciar una nueva búsqueda de desafíos actorales para un intérprete al que en el último tiempo se le criticaba un cierto relajo a la hora de aceptar papeles y películas, algunos muy alejados de la calidad de sus filmes más emblemáticos como los recordados Serpico (1973), Tarde de perros (1975) y la saga de El padrino (1972-1990), que lo transformaron en uno de los mejores actores del cine norteamericano.
Las críticas apuntaban a títulos más recientes que fueron mal recibidos como S1m0ne (2002), Las dos caras de la ley (2008) y Jack y Jill (2011), una comedia de Adam Sandler en la que realizó una pequeña intervención en la que interpretaba una versión de sí mismo. Al respecto, Pacino ha señalado: “He cometido muchos errores, de los que he aprendido. Y de todos modos esos errores me han llevado a conocer gente que cambiaron mi vida. En realidad, los errores nunca son errores, a no ser que saltes de un techo”.
Nacido al interior de una familia ítaloamericana, sus padres se divorciaron cuando él tenía dos años y se fue a vivir junto a sus abuelos maternos, una pareja que llegó a Nueva York desde Corleone, en Sicilia, la misma localidad de la que venía el patriarca de la familia retratada en El padrino. Aunque era un niño rebelde, que bebió y fumó desde muy pequeño, destacó en los deportes e incluso recibía el apodo de “El actor”, una primera señal de lo que sería su futuro.
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Lo que partió como una serie de participaciones de obras no profesionales se transformó en una carrera que lo llevó a estudiar en la academia HB Studio y luego a un puesto en el mítico taller de actuación conocido como The Actors Studio (que logró en su segunda audición), del que en la actualidad es copresidente, junto a los también legendarios Ellen Burstyn y Harvey Keitel.
Con tres matrimonios a cuestas y tres hijos (dos de ellos, gemelos, junto a la actriz Beverly D’Angelo), Pacino ostenta también una galería de premios: un Óscar por Perfume de mujer, de 1992; dos premios Tony; dos Emmys (uno de ellos por la emblemática miniserie de Mike Nichols Angels in America); cuatro Globos de Oro, además de reconocimientos de festivales de cine como los de Venecia y San Sebastián.
Pacino también ha destacado como director de cuatro largometrajes, entre los que destaca el documental Buscando a Ricardo III, que se centraba en su fascinación por la obra de William Shakespeare y para el que convocó a actores de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Seis filmes para ver en casa
Para festejar el ingreso de Pacino al equipo de octogenarios más famosos y activos del mundo, acá les presentamos una lista de seis películas suyas que se pueden ver en línea.
El padrino: Es una actuación descollante que los productores quisieron boicotear porque la veían como aburrida, monocorde y nada apropiada para el jefe de un clan mafioso. Como siempre los productores se equivocaron y lo que consiguió Pacino es un personaje existencial que pasa de ser el tímido hijo de un patriarca a convertirse en un impiadoso patriarca. Hay escenas clásicas como cuando debe encargarse de Sollozzo en una cantina o el cortejo de su esposa en Sicilia. Desarrollaría el personaje en dos secuelas donde fue aumentando la negritud de su personaje y sus manierismos. (La primera y la tercera parte están en Netflix y Claro Video; la parte 2 para alquilar en Claro Video).
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Scarface: Brian de Palma le dio rienda suelta al histrionismo de Pacino que acá es Tony Montana, el otro de sus grandes personajes. Montana llega a Estados Unidos con los marielitos cubanos y de la nada empieza a construir un imperio de droga que incluye excesos, lujos, caprichos, violencia y Michelle Pfeiffer. En el final operístico, Pacino hace su mejor Pacino. (Está disponible en Netflix).
Perfume de mujer: Acá es el teniente Frank Slade, un ciego al que va a ayudar un muchacho (Chris O’Donnell) que se entera que él también precisa ayuda en algunos asuntos. Slade es todo un personaje lo que queda demostrado en un par de actitudes y principalmente en un baile de Por una cabeza que es una gran escena. Dirige Martin Brest pero, como se decía, por ahí no queda duda que es una película de Pacino. Y se llevó el Óscar. (En el streaming de HBO y Claro Video).
Fuego contra fuego: “Pacino y Robert De Niro, juntos” fue un slogan tan poderoso como el “Garbo se ríe” de la década de 1930: era un acontecimiento. Aunque habían estado juntos en El padrino 2 no habían compartido escena (De Niro interpretaba a Vito Corleone joven), así que mucha de la gracia de esta película de Michael Mann es ese demorado encuentro en una escena que se alarga (un poco mucho) como para certificar el momento. (En Claro Video).
El abogado del diablo: Y si algo le faltaba era ser el mismísimo Lucifer en esta suerte de Fausto en el mundo de los grandes bufetes de abogados. El cándido que cae en sus redes es el pobre Keanu Reeves, cuyo método actoral es de una austeridad que Pacino nunca va a conocer. La dirección de Taylor Hackford es como siempre funcional y vistosa y aunque la película se hace larga (son casi tres horas), es un buen policial. (En el streaming de HBO y Claro Video).
El irlandés: El año pasado fue un gran año para Pacino: tiene una participación preciosa en Había una vez en Hollywood y se ganó una nominación al Óscar por su Jimmy Hoffa de El irlandés. Era una rareza que nunca hubieran trabajado juntos con Martin Scorsese y capaz que se estaban guardando por una oportunidad como esta. También está De Niro pero Pacino está mejor que nunca como ese sindicalista carismático, irascible y poderoso. Tres adjetivos que también le van de medida a Pacino. (Disponible en Netflix).