La verdad, hasta el título me parece cursi. El de
Para efectos prácticos hablaremos del filme como
Me resulta hasta cómico el descuido (¿no lo notaron?). Lo cierto es que con esta tercera entrega de la saga, los Autobots y los Decepticons se ven envueltos en la peligrosa carrera espacial entre Estados Unidos y Rusia, donde un acontecimiento amenaza con provocar una guerra tan grande que ni los propios
Sam Witwicky (mala actuación de Shia LaBeouf) se encuentra otra vez en medio del conflicto. Muy a tono con el pensamiento de Michael Bay, los rusos vuelven a ser los malos y los estadounidenses los salvadores del mundo.
Es la fórmula maniquea de los Decepticons y de los Autobots y del cine de ciencia-ficción que se hace en Hollywood.
Este mensaje o discurso es directo, sin apelaciones, y queda envuelto en medio de la más aparatosa parafernalia que, esta vez, se medio vitamina con la tercera dimensión.
El filme tiene un buen comienzo, que nos hace esperar algo mejor. Nada. Se cae a la media hora y deviene cine tan aburrido como desordenado.
Rápidamente,
Es difícil entender que hacen aquí histriones de alta calidad como Frances McDormand y John Malkovich. Eso se llama cambiar el talento por un plato de lentejas.
El ritmo perezoso del filme se alborota al final con una larga pelea donde participan todos: extensa secuencia igualmente cansina, donde todo es predecible y solo destacan los efectos especiales y el buen manejo del plano-secuencia.
Es soporífero viaje a la inutilidad. Quiero insistir en que películas como
La banda sonora es en exceso bulliciosa. Su fotografía es neutra. Su montaje es laborioso para una película corroída por su propia autocomplacencia. Filme atropellado conforme a su guion y, aún así, cinta plúmbea. Prescindible.