“Cantidad no es lo mismo que calidad”. Justo esa leyenda es lo que el bailarín costarricense Francisco Centeno quiere “tatuar” en la piel de sus colegas.
Centeno, quien es el director del Ballet Nacional de Perú, visitó el país para remontar su coreografía Enfébridos (1999) junto con los bailarines de la Compañía Nacional de Danza (CND). La puesta en escena se verá en marzo, en marco del 35.° aniversario de esa institución.
En una entrevista con Viva , el bailarín comentó que, a su criterio, hay coreógrafos jóvenes, quienes, al no ser orientados por bailarines veteranos, crean puestas sin respetar ciertos lineamientos fundamentales. “Eso genera que se hagan obras no tan limpias en su estructura”.
Centeno, de 49 años, fue director de la Compañía Nacional de Danza (1999-2002) y ha ocupado cargos importantes en diferentes escuelas de danza de El Salvador y Perú.
Hace 12 años, usted hizo sus maletas y se fue para España.
Siempre he sido un artista con necesidad de cambio permanente. Me fui para España y tomé cursos de composición coreográfica. El año que estuve allí, decidí no crear para hacerme una limpia. Trabajé en una serie de televisión. No hubo creación de obras.
De ahí, se fue para El Salvador.
Apenas llegué ahí, hice un trabajo independiente, el cual fue visto por el ministro de Cultura de El Salvador. El jerarca se interesó mucho en mi trabajo y me pidió que dirigiera la Escuela Nacional de Danza. En ese tiempo que estuve al frente de esa institución, me di cuenta de que en El Salvador había mucho talento, pero no oficio. Por eso, ayudé a fundar en el 2009 la Compañía Nacional de Danza.
Como buen nómada, tiempo después se fue para Perú, país en el que vive actualmente.
Ahí soy el director adjunto del Ballet Nacional del Perú y ha sido una gran experiencia.
¿Cómo considera que está el nivel de danza en El Salvador y Perú?
Perú lo tiene todo, tiene un gran teatro, unas grandes instalaciones. La evolución es mayor en Perú porque hay más condiciones. En El Salvador la historia es otra: ahí tienen muchas limitaciones, pero las ganas que le ponen a la danza es respetable, de admirar.
Con la experiencia que ha vivido en esos países, ¿cómo ve el avance de los bailarines ticos?
Está creciendo, sin duda alguna. De hecho es tanto así que, cuando vine con una compañía peruana hace tres años, me sorprendió ver la ‘hemorragia’ de coreógrafos jóvenes que están activos en este momento. Pero, admito, que eso no me sorprendió de forma positiva.
¿No? ¿Por qué?
Los bailarines hacen muchos montajes quizás sin tomar en cuenta el lineamiento técnico que existe para crear. Es decir, hay muchas buenas intenciones, pero la limpieza en la estructura de la coreografía se ha dejado en el olvido.
”Hay que detener un poco la hemorragia. Los coreógrafos emergentes no deben crear por crear”.
¿Cuál sería la solución para esto que considera como un problema?
Debe de haber una curaduría o un lugar en donde te enseñen el crear. Siempre he pensado que debe de abrirse una escuela coreográfica, en donde los bailarines más consolidados o veteranos te enseñen a crear.
”Debe existir un Conservatorio Coreográfico, paralelo al Taller Nacional de Danza, en el que se inviten maestros extranjeros, que hagan pasantías. Para mí, este es el momento para repensar en la idea de hacer un conservatorio y de remozar la CND”.
¿Por qué se debe remozar la CND? ¿Qué siente que está mal?
El Ministerio de Cultura no ha buscado que la compañía se abra como debe. Siempre he pensado que se debe hacer un mix en el elenco entre los veteranos y los más jóvenes, que salen, por ejemplo, del Conservatorio El Barco. Acá no se hace nada por amarrar a estos talentosos jóvenes, por lo que ellos se van del país. No debemos dejarlos ir. A estos jóvenes, que bailan de forma maravillosa, hay que darles espacios en la CND.
”Hay que reforzar ese gran cedro que es la compañía. No es cambiar el árbol, es alimentar sus raíces”.
¿También sería bueno integrar personas extranjeras a la CND, tal cual usted lo ha hecho en el Ballet Nacional de Perú?
¡Claro! Yo ahí tengo personas de El Salvador, Chile y Cuba. Eso da una retroalimentación fantástica y hace que la compañía crezca.
Habla también de una escuela que trabaje paralela a la CND. Por ejemplo, su colega Jimmy Ortíz impulsa una plataforma, llamada Ensimismados, que busca dar espacio a los bailarines profesionales para que estén en un constante crecimiento profesional.
¡Ves! Algo así es lo que necesita el país. Me parece fenomenal.