Para salir a comprar víveres, los pobladores del asentamiento indígena cabécar de Jamó, en Sitio Gilda de Alto Chirripó, tienen dos opciones.
Una es caminar por más de cinco horas hasta llegar a Alto Tulesi en Alto Chirripó y posteriormente tomar un viejo autobús que los lleva a Turrialba. La otra posibilidad es dirigirse a San Gerardo o Herradura de Rivas en Pérez Zeledón, que no es más sencillo, pues implica un día entero de camino pasando por campamento Carazo y bordeando el Cerro Urán.
Aunque están lejos de los centros de población, también temen al nuevo virus que produce covid-19, sobre todo, porque recibir atención médica en su comunidad es muy complicado. Para trasladar a un enfermo grave se requiere un helicóptero.
Adilina Jiménez, quien vive con su hija de cinco años y su madre. Afirma que también tratan de seguir las recomendaciones del Ministerio de Salud, aunque no todo se puede.
“Nosotras estamos bien de salud. Nos quedamos en casa como dijo el Ministerio. Yo me quedo con mi hija Jennifer, mi madre y mi abuela", dice la mujer, de 23 años.
Sin embargo, tener jabón para lavarse las manos con frecuencia, usar desinfectantes o portar alcohol en gel no es cosa sencilla para ellos. Si ya conseguir víveres es complicado, más todavía artículos de higiene.
Además, allá no hay agua potable ni luz eléctrica. Las casas son de tablones de madera de balsa, y el piso es de tierra.
A pesar de esa realidad tan distinta a la de la Gran Área Metropolitana, a su manera, procuran mantener el distanciamiento social, pues sí les da miedo que alguno lleve el virus cuando sale a hacer las compras a algún centro urbano.
“Aunque hay que quedarse en casa, siempre tenemos que salir a trabajar en las mañanas. Tenemos que sembrar nuevo maíz, frijoles, plátanos y bananos. Pero eso no alcanza para comer, siempre debemos ir a Turrialba a comprar arroz, aceite, sal y azúcar, pero a todos nosotros nos da miedo que alguien se contagie y llegue enfermo a Sitio Gilda”, añadió Jiménez.
La travesía
Para viajar hasta Turrialba, la primera aventura de Adilina y su madre es cruzar en un andarivel el río Chirripó. Allí empieza la caminata, en la cual deben parar lo menos posible para que les rinda la travesía. Muy pocas veces se quedan de un día para otro.
La indígena comentó que en el sector de Jamó, donde ella vive hay alrededor de 17 familias, las cuales todas están en la misma situación, con la esperanza que no los olviden en estos momentos.
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“Es duro para nosotros. Necesitamos ayuda, porque es muy complicado salir a comprar los víveres y hacer mandados a Turrialba. Además no quiero enfermarme porque tengo a mi madre, mi hija y mi abuela en la casa. Estar enfermo allá en Sitio Gilda es muy duro porque la única manera de salir es en helicóptero, en una emergencia”, añadió Jiménez.
Para comunicarse con otras personas o incluso familiares que están lejos de Sitio Gilda, Adilina debe caminar cerca de un kilómetro de su hogar hasta la escuela de Jamó, el único lugar que tiene electricidad, el cual se da por medio de líquido de batería y también es el único sitio que cuenta con señal de Internet y wifi.
“En la escuela cargamos los teléfonos y aprovechamos para hablar con la gente de afuera. A veces no hay señal o está lloviendo y no podemos salir. Ojalá nos puedan ayudar porque la situación es difícil para la comunidad, para las personas mayores y los niños. Es cierto que estamos largo, pero si salimos a comprar y uno de nosotros se enferma no sabemos que nos puede pasar aquí", expresó Jiménez.
Según expresó el viernes pasada el presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Román Macaya, han puesto en marcha un plan de trabajo con los pueblos indígenas, aunque no detalló. Según dijo, se han elaborado mensajes en los idiomas indígenas y una de las solicitudes es que permanezcan en sus territorios.
En Costa Rica existen ocho grupos indígenas que habitan en 24 territorios. Tienen seis idiomas.