A sus cuatro años y medio, Aquiles está entrenado para detectar rastros de sangre y localizar cuerpos humanos. A ese bloodhound le cuelgan las babas del hocico y su energía para el juego es muchísima, pero en el trabajo es muy disciplinado.
Cerca de él corre Fergus, un labrador de 10 años, especialista en buscar indicios de todo tipo. Ellos dos son parte de un grupo de otros 10 perros policías que tiene la Unidad Canina del OIJ.
Los otros siete fueron entrenados para buscar narcóticos, y tres para encontrar hidrocarburos.
“La Unidad Canina da servicio en todo el país. La oficina solo cuenta con siete personas. Eso significa que hay un desgaste físico para los perros y para las personas”, sostuvo Gerardo Fernández, jefe de la unidad.
Reglamento. El reglamento de la Unidad Canina, de junio del 2011, establece que tienen prioridad para adoptarlo los guías que han laborado más de cerca con el animal que se jubilará.
En caso de que él no tenga interés en dejárselo, se buscarán otras personas dentro del Poder Judicial. Si nadie muestra interés, el perro será albergado en las instalaciones de la Unidad Canina hasta que muera.
Todo animal debe entregarse castrado, y la Unidad deberá ejercer una labor de seguimiento y supervisión, así como rendir informes semestrales sobre las visitas al hogar que lo adoptó.