Tal es el afecto que en K-9 tienen hacia sus canes que impulsan dos proyectos: un cementerio para perros policía y un albergue para animales jubilados.
El primero ya está en camino. Allí reposan los restos de los dos primeros perros al servicio del OIJ: Rock (un labrador que se convirtió en el símbolo de la Policía Judicial, fallecido en junio del 2007) y Brenda (murió en febrero).
Cada uno tiene su placa.
Los instructores esperan que los perros donados descansen allí también. Así se lo han solicitado a las familias que los han recibido. “Es justo que cada uno tenga su placa por el servicio que han brindado. Estos perros son buenos policías... y solo esperan comida como paga”, dijo Pedro Arce, jefe de K-9.
Asilo. La magistrada Eva Camacho (de la Sala II) es partidaria de convertir el viejo cremador de drogas –en la actualidad está en desuso– en un albergue para perros retirados. Allí disfrutarán el resto de sus días lejos del trajín policial.
K-9 fue fundada en 1992. En la actualidad cuenta con 10 perros especializados en la detección de drogas, restos humanos, explosivos e hidrocarburos.
Dentro de poco esperan incorporar otro animal de defensa, otro experto en búsqueda de evidencias y uno más de explosivos.
Por su grado de especialización y experiencia, estos animales se cotizan entre $20.000 y $30.000. Antes de recibir su plaza y pasar a formar parte del patrimonio del OIJ, los animales se someten a un intenso entrenamiento.
No todos lo pasan y por eso regresan a sus anteriores propietarios. Los animales se entrenan todos los días, pero también tiene sus espacios de ocio. K-9 piensa construirles una pequeña pileta, en especial para los labradores, amantes del agua.