Se trata del costarricense Rodrigo Jara González, mecánico de profesión, a quien la policía responsabilizó por la movilización de unos 3.000 kilos mensuales de cocaína, y el colombiano Humberto Farid Tawil, condenado a 18 años de prisión en 1991 por el tráfico de 500 kilos de la misma droga, descubiertos en el aeropuerto La Managua.
Jara, entonces de 29 años, cayó preso el 17 de julio de 1994 con 162 kilos de cocaína que la policía decomisó en una casa de San Vicente de Moravia. Escapó el 19 de setiembre del mismo año, ayudado por un comando, cuando supuestamente iba a ser atendido quirúrgicamente en la Clínica Católica.
Tawil, ingeniero condenado junto a sus coterráneos Jeannete Hernández y Luis Carlos Angel Abad, huyó del país después de que el Instituto de Criminología le concedió la casa por cárcel debido a un supuesto cáncer intestinal.
La fuga de estos dos hombres se une a otras importantes que se produjeron en años anteriores, como la de los colombianos Albeiro Betancour Patiño, Federman Restrepo Parra y Luis Fernando Trujillo. A la lista se unen Ana Morales Ramírez y su hijo, Alvaro Montero Morales, y Rodrigo Escobar, entre otros.
Estas evasiones evidenciaron los escasos controles que el sistema penitenciario costarricense ejerce sobre peligrosos narcotraficantes y la facilidad con que algunos obtienen beneficios -tales como la excarcelación-, los que luego aprovechan para evadir la justicia.
Estos hechos se agravan si se toma en cuenta que, según estudios del Ministerio Público, apenas un 12,3 por ciento de los narcotraficantes terminan con condena. En 1993, último dato con que se cuenta, por ejemplo, fueron condenados únicamente 136 frente a los 2.152 casos denunciados.
Para el director de Adaptación Social, Guillermo Arroyo, la fuga de Jara les abrió los ojos acerca de la necesidad de implantar medidas que eviten hechos similares.
En tanto para un policía antidrogas, que pidió no ser identificado, estas fugas son no solo descorazonadoras, sino preocupantes ya que es un hecho que esos mismos hombres y mujeres se escapan para volver a delinquir y estar al servicio de los carteles que les ayudaron a escapar. En el caso de Jara, por ejemplo, la policía tiene la hipótesis de que sigue operando en el país -según informes- con vehículos de lujo y sofisticados medios de comunicación.
Peces gordos
El costarricense Rodrigo Jara fue liberado hace un año, a las 5:30 p.m., cuando se hallaba en la habitación 224 de la Clínica Católica, custodiado solo por Higinio Rivera Ureña, de 46 años de edad. Unos desconocidos golpearon al vigilante, lo maniataron y vendaron. Luego huyeron con Jara en un automóvil BMW, sin haber disparado un solo proyectil.
Aunque el Ministerio Público acusó por presunta facilitación de la fuga a tres funcionarios de Adaptación Social, el Juzgado de Instrucción de Goicoechea dictó a su favor una falta de mérito. El Tribunal Superior de Apelación rechazó la apelación del Ministerio Público.
Desde la casa de San Vicente de Moravia, Jara controlaba una empacadora de cocaína que distribuía drogas hacia Centroamérica y los Estados Unidos, según el procesamiento que le dictó, el 21 de noviembre de 1994, el Juzgado de Instrucción de Tibás y La Uruca.
La droga que Jara introducía al país ingresaba a través de Puerto Limón y era trasladada a San José por vía terrestre, según especifica el documento.
Una vez en la casa de San Vicente de Moravia, era empaquetada nuevamente y protegida con un pegamento especial para evitar que fuera detectada por perros antidrogas.
¿Cáncer ficticio?
En el caso del colombiano Humberto Farid Tawil, se determinó que el Instituto de Criminología le otorgó la casa como cárcel el 31 de marzo de 1991, debido a que había demostrado, mediante certificaciones médicas que padecía un cáncer en el intestino delgado.
Tenía que presentarse cada tres días a dormir en la Unidad de Confianza de Guadalupe, pero luego de dos meses no regresó. Salió y desapareció del país.
De acuerdo con la acusación que formuló el Ministerio Público, Tawil y sus coterráneos formaban parte de una banda del cartel de Cali que utilizó el país como puente para trasladar la droga a las ciudades estadounidenses de Miami y San Francisco.
Fueron detenidos el 16 de marzo de 1990, cuando aterrizó la avioneta HK3322 con la droga, en el aeropuerto La Managua, de Quepos.
Tawil fue arrestado en el mismo campo de aterrizaje ya que, de acuerdo con la versión de un agente encubierto, era el encomendado para retirar $4 millones (unos ¢345 millones al tipo de cambio vigente en ese entonces), que le pagarían por los 500 kilos de cocaína.
Director de Adaptación Social
"Nos abrió los ojos"
Para el director de Adaptación Social, Guillermo Arroyo, la fuga del costarricense Rodrigo Jara González puso en evidencia que el sistema penitenciario debía tomar medidas para evitar hechos similares.
Al tiempo que reiteró que en la huida no medió dolo de los funcionarios de esa entidad, Arroyo adelantó que en pocos días entrará en funcionamiento un nuevo plan de custodia de privados de libertad que son llevados al hospital.
Este es el extracto de la entrevista, realizada en su despacho el 24 de agosto pasado:
¿Cuáles factores incidieron en la fuga de Rodrigo Jara González?
-Debo reconocer que nosotros no contábamos con información sobre la peligrosidad de este hombre. Por eso, no se le dio toda la custodia necesaria, y faltó malicia a los encargados del traslado a la Clínica Católica.
¿Quiere decir que otros podrían fugarse tan fácilmente?
-La fuga de Jara nos abrió los ojos. Desde entonces, una comisión viene elaborando un nuevo reglamento de salida de privados de libertad hacia hospitales.
¿Qué medidas se toman con el nuevo reglamento?
-La principal es que los privados de libertad no conozcan con anticipación el día de la cita médica. Jara conocía desde un mes antes que sería llevado a la Clínica Católica. Le pedimos a la Caja Costarricense del Seguro Social que los detenidos sean ubicados en un solo salón, para facilitar su custodia.
¿Qué sucedió con la fuga de Farid Humberto Tawil?
-La responsabilidad no fue nuestra porque el Juzgado de Ejecución de la Pena fue quien lo puso en libertad con el beneficio del artículo 64 ya que Tawil demostró estar enfermo.
¿En el caso de Jara hubo sanciones contra funcionarios?
-Solo amonestación escrita. Tras una investigación administrativa se concluyó que tres funcionarios encargados del traslado del preso no actuaron con dolo.
Los fugados
Las excarcelaciones y escasos controles del sistema penitenciario costarricense han sido los ingredientes perfectos para que al menos siete narcotraficantes se hayan escapado en los últimos años.
10 de octubre de 1989
Abelardo Camelo Cárdenas, colombiano, condenado a 14 años de prisión por la instalación de un laboratorio de cocaína en Buenos Aires de Puntarenas, se fugó del centro penal de la isla San Lucas.
21 de enero de 1994
Los colombianos Federman Restrepo Parra y Luis Fernando Trujillo y el panameño Juan José Andreve González escapan tranquilamente de La Reforma usando boletas de libertad en las cuales se falsificó la firma de la jueza Lauren Leandro. Fueron recapturados una semana después, en el puesto fronterizo de Sixaola por las autoridades panameñas.1 de octubre de 1990
Albeiro Betancuor Patiño, colombiano, sentenciado a 14 años de prisión por los mismos hechos que Cárdenas, se evadió de La Reforma.
Agosto de 1992
Ana María Morales Ramírez y su hijo, Alvaro Montero Morales, vinculados al trasiego de 275 kilos de cocaína, en playa Margarita, en el Pacífico guanacasteco, huyeron del país, luego que el Juzgado de Instrucción de Puntarenas los excarceló.
20 de enero de 1993
Rodrigo Escobar López, vinculado al trasiego de 275 kilos de cocaína decomisados en playa Margarita, en el Pacífico guanacasteco, huye del país, luego de que fue excarcelado mediante un recurso de hábeas corpus.