“Lo más triste era cuando un niño nos decía tengo hambre. Una sobrina me decía '¿tía que hago, qué le doy, están aguantando hambre?, pero no teniamos nada, ni agua…”.
Lidia Paulina Acevedo Martínez, de 52 años, describió de esa forma uno de los momentos más ingratos que vivieron los 980 habitantes de Corralillo de Carrillo, Guanacaste, durante la inundación de la tormenta Nate.
Estas personas pasaron más de 48 horas aislada, sin alimentos ni electricidad, guarecidos en el gimnasio de la comunidad en espera de que el temporal amainara.
“No solo eran niños, aquí tenemos 62 adultos mayores, algunos ciegos, otros en sillas de ruedas y hasta con enfermedades terminales. Uno aguanta, pero ellos...”, narró esta mujer que trabaja de forma voluntaria en el Comité Local de Emergencias en Corralillo.
Esta población ubicada 16 kilómetros al suroeste de Filadelfia, cabecera de Carrillo, quedó aislada desde el miércoles en la tarde cuando se desbordó el río Tempisque.
La llena, según dijeron vecinos fue la más grande en los últimos 17 años. El agua subió muy rápido. Los afectados afirmaron que nunca esperaban que la crecida fuera tan súbita y tan grande. Hubo lugares que el agua pudo alcanzar mas de dos metros.
Los pobladores que ya están preparados saben que el lugar más seguro es el gimnasio, el cual está construido en la parte más alta de la comunidad, por lo cual se fueron a refugiar allí.
Rescate. Lidia Paulina Acevedo dijo que, previendo alguna eventualidad, se reunieron el miércoles durante la tarde: “Somos 15 personas de la comunidad que trabajamos de forma voluntarias. Aquí nadie recibe un cinco”.
El grupo tenía previsto el lugar de refugio, pero la gente nunca esperó que el agua del Tempisque invadiera con tanta fuerza y rapidez la comunidad. Decenas de persona de Corralillo quedaron atrapadas en sus casas.
“Aquí hay unos cuantos hombres valientes que, con unas pangas, se metían en las corrientes y sacaban a la gente. Salvan sin saber lo que va a pasar porque ellos se arriesgaron mucho”, narró la mujer.
José de la Rosa y Roxana Cascante Cascante, dos hermanos de 86 y 82 años, respectivamente, fueron dos de esas personas que necesitaron ser rescatadas. El hombre se encuentra ciego y su hermana se encarga de cuidarlo.
“Como a las 3 a. m. (del jueves pasado), él se despertó con el agua a la cintura. Con la ayuda de unos nietos los subimos a la parte alta, pero estaba creciendo mucho el agua y, a las 7 a. m., llegaron en una panga y nos trajeron para acá (el gimnasio)”, dijo Roxana Cascante.
Los hermanos no pudieron salvar nada. Se quedaron únicamente con lo que andan puesto. Este sábado desconocían en qué condiciones se encuentra su casa.
Esta pareja de adultos dijeron sentirse muy bien, pues el viernes en la noche recibieron la primera comida desde que los sacaron de su casa. María Magadalena Pérez Villarreal, de 50 años, quien vive con dos hijos y tres nietos menores de cuatro años, dijo: “Uno no sabe ni que hacer cuando los chiquitos empiezan a pedir comida o leche. Qué les damos si no había nada”.
Cocinamos 15 bolsas de arroz y, para la noche, ¿que les damos si no llega más?
Los pobladores de Corralillo recibieron la primera ayuda la tarde del viernes luego de que la Municipalidad de Carrillo contrató un helicóptero y pudo llevar 50 raciones de comida y agua.
“Nos dejaron comida, está bien, pero no teníamos gas para cocinar. Aquí nos habíamos quedado sin electricidad desde el miércoles”, relató Lidia Paulina Acevedo.
También por vía aérea les abastecieron de gas por lo que pudieron cocinar y repartir los alimentos.
“Vea esto nos alcanza para hoy (sábado) en el almuerzo. Nosotros cocinamos 15 bolsas de arroz y, para la noche, ¿que les damos si no llega más? Es que está gente lo perdió todo, de sus casas no pudieron sacar nada".
“Solo le estamos dando a los que están en el gimnasio (516 personas de ellos 159 niños). Afuera sabemos que hay otras familias que también necesitan pero no podemos darles".
“Mire nosotras ayudamos por un mandato de Dios, pero aquí nosotros somos sordos, ciegos y mudos, porque tenemos que soportar insultos porque no les damos lo que nos piden. Afuera tienen los chanchos, les hemos dicho que no pueden tenerlos ahí porque vieras qué olor, pero nada ahi están.
"Ya tenemos un caso de una niña con diarrea, espero que no sean más”, dijo Lidia Paulina Acevedo.
En esta localidad, además de comida, falta agua, pañales, toallas sanitarias y artículos de limpieza.
Los pobladores de Corralillo son en su mayoría agricultores que trabajan en fincas meloneras o en la corta de caña en la época de zafra.
Todavía este sábado muchas de la casas permanecían bajo el agua pero, al bajar su nivel, ya se podía ver eletrodomésticos y muebles dañados, así como paredes de casas que el agua se llevó.