El incendio que este sábado 4 de mayo consumió unos 22.000 metros cuadrados de material en las bodegas de la empresa Empaques Santa Ana, en El Coyol de Alajuela, necesitó 20 millones de litros de agua, según las estimaciones del Cuerpo de Bomberos de Costa Rica.
Esta cifra equivale a la capacidad de casi seis piscinas olímpicas (50m x 25m x 2,7m).
Aunque los apagafuegos recurrieron al sistema de tuberías de la zona, también aprovecharon un lago que recoge agua llovida que estaba cerca de la zona del incendio, indicó Héctor Chaves, director de Bomberos.
Chaves dijo que las fuertes ráfagas de viento, el tipo de material, la gran cantidad y el modo en que estaba almacenado, les complicaron la lucha contra el fuego que comenzó a las 12:19 p. m. del sábado. “Yo caminaba y el viento me quería botar, era un viento increíble”, indicó.
Precisamente, el Instituto Meteorológico Nacional había advertido para ese sábado ráfagas que llegarían hasta los 70 kilómetros por hora en el Valle Central, debido a un aumento en la presión atmosférica sobre el mar Caribe.
Aunque el fuego se declaró controlado a la 1:12 a. m. del domingo, al mediodía todavía se trabajaba en labores de sofocación y escombreo, que se extenderán al menos dos días más.
Indicó que en el punto más alto de la atención requirieron 150 bomberos y 17 máquinas, pero este domingo trabajaron en el sitio unos 60 bomberos y 14 vehículos entre máquinas extintoras, tanqueros, unidad de recarga de cilindros y unidades de remolque de material.
Esta segunda fase del trabajo requirió ocho tendidos de mangueras a lo largo de unos cien metros de distancia. Se ha trabajado de manera continua desde que la primera extintora llegó al sitio.
De igual manera, se acarrea agua en cisternas desde otros sitios, la cual es depositada en unos reservorios, desde donde la succionan las máquinas extintoras para completar la lucha contra las llamas.
Era un torbellino
La primera extintora llegó al sitio a las 12:33 p. m. del sábado, es decir 14 minutos después de la alerta. A su llegada los apagaincendios encontraron un torbellino de fuego atizado por el viento fuerte y solicitaron ayuda de otras unidades.
El director de Bomberos afirmó este domingo que la brigada de la empresa había comenzado un ataque al fuego, pero era como “tratar de apagar una fogata con un gotero”.
Según Chaves, se quemaron 22.000 metros cuadrados de material combustible apilado a una altura de entre siete y ocho metros. Se trata de pacas de cartón compactado que se comportan como un trozo de madera.
Durante la noche y madrugada se apersonaron bomberos de diferentes zonas del país como San Ramón, Ciudad Neily, Miramar de Montes de Oro y Puntarenas, para darle continuidad a las labores de control y extinción del fuego que se realizan de manera ininterrumpida.
Lucha exige fuerza
Cuando ese tipo de material se prende, en el centro se forma una especie de torbellino que genera una temperatura tan alta que el agua lanzada por la gente de la empresa que intentó apagarlo se evaporaba en el aire, sin siquiera llegar a la base del fuego.
“En esos casos se requiere aplicar más agua para quebrar el equilibrio térmico, es decir, una cantidad tal que las primeras gotas llegan y se evaporan por calor, las segundas gotas llegan más cerca y así sucesivamente hasta que muchas llegan a la base del fuego y logran apagarlo” manifestó.
Eso solo se puede con el equipo de bomberos que lanza una cantidad de agua tan grande que sofoca las llamas. En solo ocho horas los bomberos lanzaron cinco millones de litros, en el ataque inicial.
Los bomberos dirigieron chorros hacia las estructuras que todavía estaban a salvo y otros hacia el fuego activo para bajar la temperatura. Una vez que la temperatura bajó y no había llamaradas tan grandes, se siguió poco a poco hasta atenuar el incendio y remover las toneladas de pacas.
Al ser material apilado a siete metros de alto, era como apagar una gran estructura de dos o tres pisos, que cuando llegaron los bomberos ya estaba envuelta en llamas.
En ese momento solo se podía trabajar de manera defensiva, es decir, más que entrarle directo al fuego, había que evitar su propagación hacia el área de calderas y la misma fábrica.
La materia prima que se quemó en buena parte son cartones que serían reutilizados. La empresa las apila, las muele, las echa en una tolva, las disuelve y sacan una pasta con la que sacan papel nuevo para hacer cajas de cartón.
Qué sigue
Como las pacas, troncos y maderas salen prendidos al ser removidos por la maquinaria, se les echa agua para colocarlos luego en vagonetas que los llevarán a otro sitio, donde serán divididos para que su menor tamaño permita apagarlos por completo.
Según Chaves, la lección de este incendio es que las cargas deberían estar separadas por muros cortafuegos para interrumpir el avance en caso de incendio. En caso de no tener muros, se debe dejar al menos 50 metros entre una montaña de material y otra.
Ellos lo han recomendado, pero muchas empresas no hacen esa inversión y usan aspersores de agua y espuma.
“Yo creo que si se va a tener una cantidad como esta, se debe separar, de modo que en un incendio no se queme todo”, dijo.
Una vez que acabe el proceso, deberán entrar peritos a cuantificar las pérdidas, incluso en el área de calderas, que tuvo daños parciales, lo mismo que un molino.