Marilyn Gómez, madre de un niño de dos años que fue atacado por un perro American Stafford, describe el incidente como un milagro debido a las circunstancias que ella y su hijo vivieron la mañana del jueves en el barrio San Roque de Liberia, Guanacaste.
Según relata Gómez, la tragedia ocurrió a las 7:15 a. m., justo después de dejar a su hija mayor en el kinder. En ese momento, ella caminaba por la calle junto con el pequeño y otra vecina, cuando se percataron de que una casa con tres perros American Stafford tenía el portón abierto.
“No me dio tiempo de agarrar al niño porque todo pasó muy rápido. El perro agarró a mi niño y no lo soltaba. Los vecinos me ayudaron a espantarlo porque el dueño lo único que hizo fue quedarse viendo, no sé si quedó en shock o qué, pero no hizo nada por detener a esos perros”, comentó la madre.
Una vez que el can soltó al menor, un vecino que ayudó a Gómez lo tapó para que el animal no siguiera agrediéndolo; sin embargo, ya tenía bastantes heridas de consideración en la cara, la frente y la cabeza.
De inmediato, la madre abordó un taxi hacia el Hospital Enrique Baltodano Briceño en Liberia, donde llevaron al niño a la sala de emergencias. Allí, se le realizaron exámenes médicos y se le administró una vacuna contra la rabia. El menor, quien cumplirá tres años el 10 de junio, fue llevado a quirófano cerca de las 10:15 a. m. del jueves y salió al mediodía en condición estable, con su rostro vendado.
“Fueron demasiadas puntadas en la cabeza, cráneo, frente, oreja, cachete, estómago. Es muy impactante para mí, como madre, ver todas las heridas que mi hijo tiene y ver que ese señor no hizo nada”, explicó.
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Gómez dijo que ya presentó denuncias en el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) y en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), donde ya están investigando el caso.
“Ahora estamos esperando a ver qué pasa, yo quiero que el señor pague porque fue su responsabilidad de tener el portón abierto sabiendo que hay kínder, escuelas y guarderías cerca”, comentó Gómez.
“Yo como madre estoy muy indignada de ver que no hizo nada, no me dijo que me llevaba al hospital teniendo carro, ni vino acá al hospital a preguntar cómo estaba el niño. Mi niño está vivo de milagro, cuando el perro lo soltó venían los otros atrás, porque eran tres”, indicó.
Senasa confirmó a La Nación que atendió el incidente y que personal de esa institución visitó la propiedad donde estaban los perros, los cuales presentaban un temperamento “muy violento” que representa un riesgo para la seguridad pública.
“Se constató que los perros se encontraban en un patio cerrado con rejas y portones, el área era muy pequeña para la cantidad y el tamaño de los animales, lo cual influye directamente en su comportamiento. Esta situación evidencia deficiencias en las condiciones de manejo de los perros y contribuye a su agresividad”, sostuvo Senasa.
Además, vecinos manifestaron que los ataques a otros animales en vía pública eran recurrentes, pues los dueños, por descuido, dejaban el portón del garaje abierto, tal como sucedió en el caso del niño de dos años.
Los propietarios de los American Stafford solicitaron que a los perros se les aplicara eutanasia y de ello se encargaron dos médicos veterinarios encargados del caso, en apego al artículo 17 de la Ley de Bienestar Animal.
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Caso reciente
Hace un mes, el 1°. de mayo, un niño de dos años murió en barrio La Panadería de Pavones, Pérez Zeledón, luego de que un perro pastor alemán lo atacó en el cuello, mientras jugaban en el patio de la vivienda.
Según versiones preliminares que trascendieron en ese momento, el niño estaba con su mamá tendiendo la ropa y en apariencia agarró un palo y se lo lanzó al animal para jugar, como solía hacerlo, pero fue entonces cuando ocurrió el mortal ataque.
Un día después de la tragedia, el pastor alemán fue decomisado y actualmente sigue bajo un proceso de evaluación en Senasa, para determinar su futuro y emitir las órdenes sanitarias correspondientes.
De acuerdo con el Hospital Nacional de Niños (HNN), el 85% de las hospitalizaciones registradas durante el 2017 y los primeros tres meses del 2023 por mordeduras de perro, fueron de infantes de entre uno y nueve años, la población más vulnerable. No obstante, la cifra podría ser mayor si se toman en cuenta los pacientes que acuden a otros centros médicos, como el niño de Liberia.
Además del encierro, otros desencadenantes del ataque de un perro pueden ser que el animal esté enfermo y no ha recibido el tratamiento, madres defendiendo a sus crías, caninos protegiendo sus tazones de comida y estrés.
Para prevenir una mordedura de perro, voceros del Colegio de Veterinarios y otros expertos en el tema aconsejan que no se propicien los juegos bruscos o forcejeos, supervisar a los niños cuando interactúan con un canino y prestar atención al comportamiento del animal, como la cola erguida, gruñidos y mirada fija.
Otra de las recomendaciones es llevar a las mascotas a caminar o correr, como mínimo 30 minutos al día, así como darles espacios para que olfateen el césped o su entorno, lo cual también tiende a relajarlos.