Un menor de 16 años de edad se entregó ayer a la Fuerza Pública, luego de confesar que había matado a un taxista el pasado lunes en Tres Ríos, cantón de La Unión, provincia de Cartago.
El muchacho llamó por teléfono, alrededor de la 1:45 p. m., a la Fuerza Pública y señaló que quería entregarse por haber cometido un “error” al matar a un taxista, señaló Martín Arias, director regional de la Fuerza Pública en Cartago.
En diez minutos, los oficiales de policía, en coordinación con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), llegaron a una vivienda de Dulce Nombre de Cartago, en la que se encontraba el menor.
A continuación, las autoridades detuvieron al joven y lo trasladaron a los Tribunales de Cartago.
Por el momento, quedó a la orden de las autoridades judiciales para que los agentes del OIJ continúen con la investigación y corroboren cuál fue el papel del menor.
El detenido es vecino de este cantón y la casa pertenece a su abuela, que se hallaba presente cuando fue detenido.
Al parecer, el joven sería el responsable de haber asesinado al taxista Elvis Fernández Solano, de 32 años, quien murió de tres balazos.
El homicidio ocurrió en la noche del pasado lunes, en las inmediaciones del túnel de La Carpintera, en Tres Ríos.
El fallecido era vecino de La Suiza, en Turrialba, de donde salió hacia San José para buscar trabajo.
Llevaba apenas 20 días con el taxi, estaba casado y tenía una hija de un mes de edad.
Reacción familiar. Ayer, La Nación informó a su hermana, Maureen Fernandez Solano, de la detención.
“Queremos verle el rostro a ese hombre. Que esté en la cárcel no nos va a dar a mi hermano, pero se hará justicia”, señaló.
Para la familiar del fallecido, en caso de confirmarse la responsabilidad del menor, sería una buena noticia.
“En Costa Rica, a los trabajadores honrados no les dejan, y los que roban y matan están ahí sueltos en la calle”, comentó.
Por otra parte, cientos de personas despidieron anteayer a la víctima en un funeral celebrado en el distrito de La Suiza.
La misa se realizó en la iglesia San Isidro Labrador y la ofició el sacerdote Eliécer Monge.