Mora S. es una marca de diseño costarricense que mueve a habitar las prendas. Su creadora, Stephanie Mora, ofrece piezas amigables con el cuerpo y con el medio ambiente, cuyos desperdicios le caben en la palma de la mano.
Poblar las prendas como si fueran espacios fue la idea que brotó de Stephanie Mora. Ella hilvana ropa en la que la gente pueda afincarse. Así nació Mora S., su marca.
Sus piezas armonizan perfectamente con el movimiento natural del cuerpo humano y se adaptan a tallas, géneros, ambientes y ocasiones diversas. Mora utiliza tejidos de origen natural como el algodón, el lino y la lana, que resaltan la naturalidad de sus piezas.
"Desde la hora de pensar el diseño siento cómo puedo aprovechar con prendas que se adapten a diferentes tipos de cuerpo. Así, solo hago uno o dos talles y no seis. Economizo tizadas, papel, tela y tiempo", contó la diseñadora de 25 años.
Soñar tejido
Sus volátiles blusas de lino y vaporosos vestidos llamaron la atención en la Feria Puro Diseño, un evento de alta importancia para la industria en Argentina, país en el que Mora estudió diseño de indumentaria en la Universidad de Buenos Aires. Su propuesta gustó tanto que fue acreedora del premio "Universal adaptabilidad a distintos cuerpos".
Sus piezas crean un mundo etéreo, nostálgico y evocador de una inocencia casi infantil. Como premisa, Stephanie usa textiles nobles, transparencias e incorpora formas geométricas. A través de la ropa que crea, la joven diseñadora descontractura la vestimenta y propicia la liberación del movimiento. Para ella, la ropa no puede ser incómoda ni apretada. Vestir debe ser natural.
Mora no quiere encasillar sus diseños ni etiquetarlos como "ecológicos" o "slow fashion":
"Toda la moda debería ser slow fashion. Me parece que ya en la altura en la que estamos ni siquiera debería discutirse. Si algo no es ecológico ni sustentable, sos un imbécil", aseveró la diseñadora.
Prendas pensadas
Aprovechar los recursos al máximo es parte de los principios de Mora S.. Stephanie tiene muy presente todo el proceso productivo de sus materias primas.
"No está de más reflexionar sobre las cadenas de producción de una prenda. Cómo llega a mis manos, de dónde viene y cuánto uso le puedo dar. Yo ofrezco prendas pensadas. Aprovecho al máximo los recursos. Pienso en todo lo que implica confeccionar un metro de algodón o de lino. Para hacer una camiseta de algodón, se siembran seis metros cuadrados de algodón. Todo eso con pesticidas, con el agua que eso implica. Es un impacto ambiental muy grande", opinó la costarricense.
"Pensar que uno va a Zara y se la compra por 3 mil colones es una irrealidad absoluta. Es obvio que alguien está perdiendo ahí", añadió.
Quien adquiere una prenda de esta costarricense, puede estar segura de que el desperdicio de tela es cercano a un 2% y cabe en la palma de la mano. Mientras tanto, las tizadas industriales llegan a desperdiciar hasta el 40% de sobrantes de telas.
Prendas con vida
Stephanie siempre tuvo en mente el diseño de modas. A sus 14 años tomó el primer curso de costura. Sin embargo, la vida la empujó a la Universidad de Costa Rica, donde comenzó estudiando comunicación colectiva y se maravilló con las posibilidades estéticas de la producción audiovisual.
Después, encontró una manera de fusionar ambas. Diseñó parte del vestuario de la película Viaje, de la cineasta tica Paz Fábrega. El emblemático traje del oso y los volátiles vestidos de la protagonista salieron de sus manos y de su inventiva.
Un amigo suyo se fue a estudiar a Argentina y esa posibilidad le quedó dando vueltas en la cabeza a Stephanie al saber que podía acceder a educación gratuita. Proveniente de una familia de recursos económicos limitados, Stephanie siempre estudió becada en Costa Rica y se acostumbró a trabajar para pagar sus gastos.
Interminables días en call centers y la ayuda de su hermana y su familia fueron el medio para juntar dinero y dejar que Buenos Aires le abriera un mundo de posibilidades infinitas.
"Me abrió la cabeza de todas las formas posibles. Fue una experiencia muy arquitectónica. La carrera de diseño de indumentaria está dentro de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Es una cosa más de habitar. Al igual que se habita un edificio, se habita la ropa", contó la diseñadora.
Inspiración cotidiana
Para Stephanie, el diseño está en todas partes. El ojo se entrena a notar pequeños gestos y sistemas cotidianos. "Lo que uno necesita para el diseño es una excusa", aseguró.
Para crear una de sus blusas más emblemáticas, se inspiró en el mecanismo de las puertas corredizas de los clósets, pues siempre le llama la atención el movimiento de los objetos y trata de traducirlo al diseño de prendas de vestir.
Las siluetas infantiles son protagonistas en sus colecciones pues se inspira también en recuerdos de infancia, como los vestidos que usaba de niña.
Stephanie vende sus piezas en dos tiendas de diseño local en Argentina y a través de su página web de catálogos en línea. Hasta el momento ha producido cerca de 200 prendas. Sus diseños tienen precios accesibles pues no cree en aislar la moda de la gente por un tema de costos. Sus piezas pueden costar desde $30 hasta unos $100.
Ahora que se ha comenzado a posicionar en Argentina, donde reside, busca alianzas para traer sus diseños a Costa Rica: "Veo que ahora hay una movida súper interesante en el mundo del diseño de modas tico y no me lo quiero perder, porque es mi país".
Puede contactar a la diseñadora, radicada en Argentina, a través de sus redes socales Facebook e Instagram o a través de la plataforma de compra en línea IndyBuy.