Pocos días antes de su boda, Jazmín Elizondo perdió su cédula y debió apresurarse para conseguir una nueva. No era la primera vez que eso le ocurría, me confiesa con algo de pena, pero, al igual que en las otras ocasiones, pudo conseguirla sin mayor problema ni cuestionamiento a la "M" que se escribió tras la casilla de "sexo".
M, y no de mujer: M de "Masculino". Fue ese un error que se originó en la partida de nacimiento de esta joven de 24, oriunda de Pérez Zeledón: un detalle que nunca implicó un problema para entrar a la escuela, ir al doctor o entrar a la Universidad de Costa Rica. Un detalle en el que nadie se fija, cuenta Elizondo.
Lo que sí le permitió ese detalle fue casarse con la persona que ama, otra mujer. Un derecho civil que los grupos homosexuales tienen acceso en cada vez más naciones, pero que, en Costa Rica, aún está lejos de ser realidad.
Jazmín me cuenta esa historia apenas un rato después de que ella se enterara, por medio de un periodista, de que corregirán el género que aparece estipulado en su cédula. "Así es últimamente, me doy cuenta de mi vida por las noticias", señala. Su afirmación no es apresurada: desde que se dio a conocer su matrimonio, ha estado en el ojo público por aprovechar ese error para realizar el primer matrimonio gay de Centroamérica.
La prueba innegable de ello es que, sin haberla conocido nunca, la reconozco apenas entro al café de barrio Escalante donde nos reuniríamos. Ese local es de Laura Florez-Estrada, quien es chef, y a ella sí la conocía; incluso, aún se encuentra en Facebook una opinión mía de su cocina que data del 2011.
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Fue en ese café donde Laura y Jazmín se conocieron. "Yo venía insistentemente todos los días, pasaba por la ventana y, si no tenía plata para venir a comer, pasaba saludando por la ventana", recuerda Jazmín.
"Me pegaba unos sustos terribles", añade Laura. Pronto, Jazmín halló una estrategia para acercarse a la chef: le pidió clases de cocina. Florez-Estrada creyó que esa sería una experiencia terrible, pero resultó ser "estupenda". Ya para el inicio del periodo lectivo, cuando Jazmín retomó sus clases de Artes Dramáticas y Trabajo Social, Laura cayó en cuenta de que habría de extrañar a su asistente, amiga y, tras varias salidas, pareja.
"Lo que pasa con Jaz es que tiene una perspicacia impresionante, supongo que todo tiene que ver con teatro, porque puede leer a la gente. Es la única persona que me hace enfrentarme a mí misma", señala Laura.
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Jazmín quería viajar con una mochila al hombro. El día que se le contó a Laura, le enseñó su pasaporte, y cuando esta vio el "masculino", le hizo ver que podrían casarse. Esa fue la razón para hacerlo, la existencia de ese trecho legal.
No obstante, una serie de hechos poco afortunados habían hecho que se mudaran juntas tiempo antes. "Ella se estaba quedando bastante en mi casa o yo en la de ella, porque Jazmín perdió un amigo muy cercano y sucedieron aquí eventos desafortunados; un hombre aquí se puso violento. Ella no quería dejarme y yo no quería dejarla a ella", relata Laura.
Jazmín, ahora, quiere viajar, pero con Laura. Ante todo lo que pasa — incluida una denuncia penal del Registro Civil por infringir el artículo 177 del Código Penal, que establece una pena de cárcel de dos a seis años a quienes contraen matrimonio a sabiendas de que existe impedimento que cause su nulidad absoluta—, no tiene miedo.
"Nosotras queremos luchar. Estoy con toda la fuerza y no tengo miedo. Ya se me pasó. Ahorita lo que estoy es, sinceramente, un poco enojada de ver la reacciones que han habido. Sin embargo, he visto que hay gente que nos apoya, que da la cara, que opina, que nos define. Un motón de gente preciosa, valió la pena", reflexiona Elizondo, quien también se pregunta por qué su sexo pudo cambiarse fácilmente en los registros, a pesar de que otros casos han implicado luchas legales de años.
"Siempre he soñado con un cambio, y esta es una oportunidad que se me presentó y tengo que tomarla. Este es el error que sirve para mostrar el montón de errores que hay en la sociedad. Sé que en 20 años nos vamos reír de todo lo que está pasando ahora", afirma.
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Antes de finalizar el año anterior, Laura estuvo a punto de rendirse con su sueño de tener un restaurante: la empresa con quien compartía el alquiler de su local actual decidió irse y llevarse los muebles donde atendía a los clientes. Sola y ante una gran cantidad de gastos que debía asumir, pensó que no tendría opción.
Los conocidos, no obstante, le ayudaron a conseguir sillas, equipo de cocina y realizó donaciones para ver el local con las puertas abiertas. Laura ve justo allí un punto en común con su boda. A pesar de las críticas, ha encontrado apoyo y felicitaciones ante su acto, que tiene tanto del deseo de estar juntas como de político, de provocación.
"Si tan solo quisiéramos estar juntas, no hubiéramos dicho nada, no lo habríamos hecho público", afirma Flórez.
"Sabemos que la moral que hay en el país está por encima de la ética, la gente pone subjetividades por encima de lo esencial. Creencias que no tienen fundamento están por encima de lo que es justo", agrega Jazmín.
¿Y qué esperan ahora?
Es difícil definirlo, confiesa Laura, aunque está segura de que ella y su esposa seguirán juntas. "No va a pasar nada si no estamos casadas, por lo menos en nuestra relación de día a día, pero no me hace nada feliz renunciar a muchos derechos", concluye.