Nuestra sangre fluye del corazón hacia las piernas, cuando esta circula se pueden encontrar baches en los que se puede encallar sangre y producir en las piernas lo que se les conoce como várices o popularmente como “arañitas”.
Las venas tienen unas válvulas que impiden el retorno de la sangre hacia los pies y facilitan la circulación, pero cuando la vena se encuentra dilatada, las válvulas no cumplen su función y el flujo sanguíneo se invierte, lo que puede provocar edemas, hinchazón de la piernas, úlceras, entre otras.
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Son comunes en la población, sin embargo suelen ser más frecuentes en las mujeres. Estas pueden aparecer debido a un componente genético o por nuestros hábitos de vida. También existen otros factores que pueden favorecer su aparición, como el embarazo, la obesidad, la menopausia, los anticonceptivos orales y la edad.
Mejores Hábitos
A pesar de ser pequeñas y delgadas, en la mayoría de los casos, las várices pueden llegar a ser muy dolorosas y acomplejarnos a la hora de mostrar las piernas. Por suerte existen maneras de evitarlas y reducirlas mediante determinados consejos:
- Evitar permanecer de pie o sentada por mucho tiempo.
- Masajear las piernas con las dos manos.
- Cuidar la hidratación de la piel.
- No cruzar las piernas cuando se esté sentado y mantener las piernas elevadas.
- Realizar ejercicio para poner las piernas en movimiento y mejorar la circulación.
- Ponerse en forma para evitar el sobrepeso.
- Evitar la ropa apretada.
- Evitar el uso de tacones altos por mucho tiempo.
- Evitar alimentos que provoquen la retención de líquidos, como la sal, las grasas saturadas, el picante, el alcohol, el café y el tabaco.
Es importante que sepamos que los distintos tratamientos que intentemos no impedirán que se formen de nuevo, por eso es fundamental su prevención y control para evitar que progresen más.