Todo empezó con un mensaje en un chat de hermanos. “Sería interesante ir al repechaje a Qatar”. Alguien respondió “yo me apunto” y otros dijeron “cuándo nos vamos?”.
Así inició esta aventura que nos llevaría a tener nuestro contacto por primera vez con la cultura árabe: mística, rígida, antigua y fascinante. Una cultura en donde la mujer claramente tiene menos derechos, mientras que el hombre se impone con sus derechos de macho alfa.
Si uno está reunido con personas árabes, nunca debe mirar la hora, ya que es una descortesía y podría darles la impresión de que busca marcharse. Y si quiere una foto, siempre se debe pedir permiso antes.
Y eso apenas es el comienzo...
El pequeño Qatar
El régimen de gobierno en la sede del Mundial deeste 2022 es la monarquía absoluta, con la familia Al Thani al mando desde mediados del siglo XIX.
Hasta 1971, Qatar fue protectorado británico y actualmente es el país con mayor renta per cápita de todo el mundo. Para que nos hagamos una idea, la renta per cápita ahí es de 128.702 euros, mientras que en España de 27.057 euros.
Qatar tiene una población de 2.88 millones de habitantes, pero sólo 250.000 son ciudadanos. La mayor parte de sus residentes son extranjeros provenientes de la India, Irán o países del norte de África que trabajan en la industria petrolera. Cerca del 90% de la población vive en la capital, Doha.
Todos los residentes del país necesitan una licencia para poder comprar alcohol. Para obtener ese permiso los trabajadores deben entregar una carta de su empleador en la que refleja su sueldo mensual, ya que sólo tienen permitido dedicar una parte de los ingresos a la compra de bebidas alcohólicas.
Desde que logró su independencia en el año 1971, Qatar ha evolucionado a un ritmo de vértigo, pasando de ser uno de los países más pobres del mundo a uno de los más ricos. El descubrimiento de reservas de petróleo transformó por completo la economía de la nación y actualmente es uno de los pocos países donde sus ciudadanos no pagan ningún impuesto.
Ahora bien, antes de que empecemos a hablar de fútbol, hablemos del turismo que pudimos hacer de previo a partido de repechaje de la Sele.
Visita guiada
Nos hospedamos en la vieja ciudad, el Souq Waqif (Árabe: سوق واقف, “el mercado de pie”) es un zoco y es popular por sus puestos con ropa tradicional, artesanías y recuerdos. En él se encuentran también docenas de restaurantes y terrazas para fumar la shisha. Aunque se fundó a finales del siglo XIX, fue renovado en el 2006, pero conservando su estilo arquitectónico tradicional.
El souq se fundó a finales del siglo XIX en las proximidades del banco de un río seco conocido como Wadi Musheireb. Fue un sitio de encuentro de beduinos y gente local para el comercio de ganado, principalmente.
En el 2006, el gobierno lanzó un programa de restauración con el propósito de preservar su identidad arquitectónica e histórica. Los edificios construidos después de 1950 fueron derribados mientras que las estructuras más viejas fueron renovadas. El proceso de restauración se completó en el 2008.
Se encuentra allí un gran mercado donde podrá encontrar desde ferreterías hasta telares y venta de artesanías y souvenirs. Además, si uno se adentra en sus callejuelas, encontrará lugares para comer comida local e internacional. Si lo va a visitar, hágalo antes de las 12 m. porque en ese momento todos los negocios cierran durante dos para que los comerciantes se puedan dedicar a sus oraciones y ritos musulmanes. El llamado a la oración allí es ley de vida.
En las arenas
Una parada obligatoria del turismo en Qatar es ir al desierto en el marco de un safari 4X4, donde la adrenalina es el ingrediente indispensable.
Surfear las dunas es de lo más extraño y hermoso que he hecho. Primero, nos dan un paseo en camello para empezar a sentir ese calor del desierto que al final se junta con el mar en el Golfo Pérsico.
Antes de empezar a cruzar las dunas, se le baja el aire a las llantas para que el vehículo tenga más agarre. Luego se contemplan las impresionantes vistas del mar interior de Khor Al Adaid, donde la arena y el agua se funden regalándonos un paisaje espectacular.
¡Vamos al fútbol!
La emoción de un repechaje...
Venir a ver a la Sele era el objetivo principal del viaje a Qatar. Llegaba el día, la adrenalina a tope, sudaban las manos, camisa puesta, cara pintada y entre vítores y cantos nos fuimos al estadio.
No éramos 1.000, ni 2.000 ni 5.000: fuimos más de 6.000 ticos los que alentamos desde la gradería a la Selección durante los 94 minutos del encuentro contra Nueva Zelanda por el último tiquete a la Copa del Mundo. Fue como jugar en el Estadio Nacional, con un recinto en impecables condiciones y que cuenta con salida de aire acondicionado debajo de cada uno de los asientos. Afuera la temperatura era de 50 grados, adentro unos agradables 21 grados.
Apenas a los tres minutos de iniciado el partido, Joel Campbell, el atacante del Monterrey mexicano, apareció para abrir el marcador y anotar el 1-0 de Costa Rica vs Nueva Zelanda. Jewison Bennette ganó la banda a punta de habilidad y velocidad, llegó a la línea final y sacó el centro al corazón del área, donde apareció Campbell para marcar de izquierda el primero del encuentro, que a la postre nos daría el pase al Mundial.
El estadio entero estalló: todos nos abrazamos aunque no nos conociéramos; la mamá de Joel en la gradería lloraba de la emoción y todos gritamos a una “¡Sí se puede! Las camisas rojas que inundaban el estadio hacían la ola y todo era alegría.
Creíamos que seguirían más goles de la Tricolor pero no. El que sí llegó fue un gol de los de Oceanía que luego fue justamente anulado por el VAR.
Cuando alcanzamos el minuto 93 y el árbitro pitó el final, saltamos y gritamos de alegría, mientras todo el cuerpo técnico y delegación corrían a abrazar a los muchachos. Se había logrado el objetivo. Los más de 6 mil ticos que estábamos en el estadio esperamos que los seleccionados se acercaran a las graderías para celebrar juntos. Es imposible describir ese momento... gritos, abrazos, piel de gallina. Testigos fuimos del sufrimiento de la madre de Campbell y de la solidaridad del papá de Anthony Contreras.
Ahora sí, volvamos al turismo.
Abudabi, visita obligada
Si ya se hizo la inversión de llegar a Catar, pues cómo no aprovechar y visitar a sus vecinos.
La mezquita Sheikh Zayed está situada en Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos. Su nombre hace honor al primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Zayed ibn Sultán Al Nahayan, que falleció en el 2004 y cuyo lugar de descanso final se encuentra en los terrenos junto a la misma mezquita.
Se trata de la mezquita más grande del país y de mayor relevancia. El complejo del edificio tiene unas dimensiones de aproximadamente 290 metros y 420 metros, y se ubica en un terreno de más de 12 hectáreas, excluyendo los jardines exteriores y los estacionamientos de vehículos.
Está hecha de mármol blanco traído desde Italia y para ingresar se requiere que las mujeres vayan con velo, brazos totalmente cubiertos y tapadas hasta los pies. No se pueden utilizar licras ni pantalones ajustados.
Es una visita obligada en Abu Dabi porque su interior es impresionante. En la sala principal se encuentra la alfombra más grande del mundo, tejida por más de 300 mujeres.
Dubai
En el opulente Dubai (que también es parte de los EAU), una de las atracciones más grandes, literalmente, es el rascacielos Burj Khalifa. Con 828 metros de altura, es la estructura construida por el hombre más alta de la que se tiene registro hasta la fecha.
Conocido durante su construcción como Burj Dubái (Torre Dubái), el Burj Khalifa es la parte central de un desarrollo conocido como Downtown Dubai, un complejo de 2 km² situado junto a la avenida Jeque Zayed, que atraviesa transversalmente la ciudad de Dubái. La construcción comenzó el 6 de enero del 2004, siendo su inauguración oficial el 4 de enero del 2010. Debe su nombre al Jeque y presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Jalifa bin Zayed Al Nahayan.
El Burj Khalifa necesita unos 946.000 litros de agua diarios para su sistema de abastecimiento. Además, los elevadores panorámicos se trasladan a 10 m/s; es decir, a 36 km/h., mientras que los elevadores interiores se trasladan a 18 m/s; es decir, casi 65 km/h.
En tanto, la luz de la antena del Burj Khalifa puede ser vista a 95 km a la redonda.
Es la primera estructura que hace el ser humano que rompe la barrera de los 700 y de los 800 metros. Ninguna estructura (incluyendo antenas sostenidas por cables) había logrado esto.
El edificio tiene un peso aproximado de 500 mil toneladas y los cristales de la fachada de vidrio rechazan aproximadamente el 80% de la radiación solar.
Y así, a la vista de esta maravilla de la ingeniería, terminó nuestro viaje, una extraordinaria mezcla de arte, costumbres, mundo árabe y fútbol. A los que hicimos el viaje de la mano con la Sele nos quedan enseñanzas culturales, anécdotas y sobre todo mucho disfrute hasta el último minuto.