Rabia, impotencia, dolor, repulsión. Cuatro sentimientos que acribillaroron a Pemberton , cuando fue víctima de una serie de insultos racistas.
Los ataques fueron lanzados por dos aficionados resguardados, en funesta cobardía, desde la trinchera de una red social.
El arquero está acostumbrado a ser el sand bag de hinchas de equipos contrarios, que buscan desconcentrarlo; incluso, de seguidores de la escuadra que defiende, molestos por alguna salida en falso o por soltar un balón... Tal y como lo señala Eduardo Galeano: “El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo”.
Mas esas –asevera el capitán de la campeón nacional Liga Deportiva Alajuelense– son ofensas “normales”, que vienen con el trabajo, junto a los guantes y las espinilleras.
Las otras, las intolerables e indignantes, son las que se meten con el color de la piel.
“Hay una mala interpretación del aficionado; cree que, por pagar su boleto, puede gritar lo que quiera al jugador; los futbolistas somos personas, las palabras lastiman”, manifiesta Patrick Pemberton Bernard, quien, desde que recibió ofensas raciales en su página de Facebook, dio inicio a una campaña para combatir tal manifestación de odio.
Se convirtió entonces en la cara contra el racismo , en el referente del mundo futbolístico nacional en el tema. Buscó alianzas con la Asociación de Jugadores de Profesionales ( Asojupro ) y la Defensoría de los Habitantes, para lanzar el mensaje de respeto hacia la diversidad y de reproche contra la discriminación ( ver recuadro ).
Bien pudo no hacer nada; borrar los comentarios que le pusieron los dos hinchas xenófobos aquel domingo 3 de marzo tras un encuentro entre los manudos y el Puntarenas Futbol Club; apagar la computadora e irse a dormir; pero, por el contrario, sintió el compromiso y la necesidad de alzar la voz.
“Si dejamos pasar esto, si no lo frenamos , va a continuar y se hará un efecto de bola de nieve”, comentó el guardameta de 30 años, quien se rehúsa a detallar el contenido de los insultos que recibió... tal vez fueron muy violentos, o prefiere dejar pasar esa página, o simplemente no viene al caso.
Además del incidente de Patrick, ya se han registrado otras situaciones parecidas. La más escandalosa se dio en el estadio Fello Meza de Cartago, el 31 de marzo anterior, cuando un grupo de seguidores brumosos ofendieron por su color de piel al jugador afrodescendiente del Herediano, Waylon Francis .
Racismo cotidiano
Patrick es oriundo del cantón central de Limón, hijo de un trabajador de Japdeva y una funcionaria del Instituto Costarricense de Electricidad. Emigró a San José cuando tenía 16 años, ya con una ficha en el equipo juvenil de Alajuelense.
De esa transición dice solo tener buenos recuerdos. No hubo en la historia, cuenta, episodios de racismo; es más, haciendo un recuento rápido de su vida, asegura que nunca había sido víctima de discriminación por su color de piel hasta el incidente de Facebook. Ni siquiera por el hecho de haberse casado con una mujer blanca.
En cambio, su esposa, Natalia Soto Soto relata con franqueza que esa relación interracial generó comentarios inapropiados entre algunos de sus conocidos.
“Me decían: ‘Vos tan linda y andás con un negro’”, narra la muchacha de 27 años.
Patrick y Natalia tienen seis años de casados y hace cuatro tuvieron a su hijo, Ian. “Cuando nació, fue un acontecimiento; todos quería llegar a ver si era negro. Como preocupados, me preguntaban: ‘¿y nació negro?’”, rememora Natalia.
Ofelia Taitelbaum Yoselewich, Defensora de los Habitantes , sostiene que en Costa Rica hay un racismo cotidiano que vive muy dentro del ser costarricense y no se manfiesta abiertamente, pero está ahí, latente.
“El racismo es una consecuencia de la ignorancia”, sentencia.
Este sentir sale a la luz en escenarios que despiertan euforias, excesos, la complicidad del anonimato o el compadrazgo de una masa, como es el caso del futbol.
Reynaldo Parks Pérez es el presidente de Asojupro, y exfutbolista afrodescendiente. Él se sumó gustoso a la lucha de Pemberton, ya que asegura que en el país hay un doble discurso: muchos declaman el mensaje de “no al racismo”, pero en sus acciones y pensamientos son racistas.
Parks sufrió ofensas por su color de piel a lo largo de su carrera, tanto en Costa Rica como cuando jugó en México. En ciertas ocasiones, los insultos venían de las gradas; en otras, de los jugadores del cuadro contrario. También las hubo fuera del estadio. “Yo viví en Guadalajara, donde casi no hay población negra, y me tocó en un supermercado. La gente se cambió de caja para no estar en la fila conmigo, me veían raro”.
El cambio
La apuesta de Pemberton en su lucha contra el racismo va más allá de que la gente deje de expresar ofensas de odio en los estadios; busca crear conciencia y reflexión de parte de la ciudadanía.
“El futbol es algo familiar. Usted viene al estadio y ve a los chiquitos con los papás; hay que generar el cambio para que esos niños no reproduzcan tales formas de pensar. Hay que dar el ejemplo para que cada persona, en su interior, erradique el racismo. Que si alguien está en la gradería lanzando ese tipo de insultos, haya otros que lo vuelvan a ver y lo censuren, que la gente sienta que eso no está bien. No podemos ser tolerantes”, manifestó quien fuera nombrado mejor jugador y portero del campeonato anterior, así como de la reciente copa Uncaf.
Su esposa añade que el objetivo es incentivar a los padres a hablar con sus hijos para explicarles por qué no hay que discriminar. “Imagínese que el papá está en casa, viendo el partido, y empieza a gritar: ‘negro malo, negro hijuetal ...’ Él chiquito ve eso y piensa que es normal”, añadió.
Por su parte, la Defensora de los Habitantes agrega que combatir el racismo en los estadios debe ser solo el punto de inicio, pues la lucha no puede quedarse ahí, sino que debería llevarse a todos los ámbitos.
Pemberton tiene claro que hay mucho camino por recorrer y cantidad de muros que saltar para lograr el objetivo, mas cree que los obstáculos deben ser un aliciente para alcanzar el objetivo. “El cambio parte de lo pequeño. Si todos pensamos que no se pueden cambiar las cosas, nadie haría nada”, dice.