Recife, Brasil. No tengo ni siquiera hijos; pero alguna vez, no hace mucho, me pregunté que le contaría a mi futura prole cuando esté ya en las últimas. Fue una de esas ocurrencias que se ligan con las crisis existenciales que llegan al cumplir cierta cantidad de años. Pues encontré el relato perfecto.
Diré que fui a un Mundial y vi cómo mi país hizo historia en el escenario más grande que existe. Diré que vi cómo cayeron las grandes potencias de Uruguay e Italia y quizás algunos otros más. Ojalá todavía me acuerde bien de todos los detalles para que estén bien entretenidos. Hasta me los puedo imaginar con los tacos puestos rayando el piso de la sala de televisión.
Diré que fui testigo de la consagración de Keylor Navas, el repunte de Bryan Ruiz y el salto al estrellato de Joel Campbell. Que vi a un incansable Celso Borges y a un meteórico Christian Gamboa.
Diré que sufrí como nunca en un estadio de fútbol, que tenía que regañarme para destaparme los ojos y que se me gastaron las palmas de las manos de tanto de sudar.
No obstante, también podré contar que en menos de seis días lloré dos veces de alegría, más allá de que si no les gusta el fútbol dirán “qué exagerado”.
Hasta les confesaré que faltó poco para que le mandara un mensaje a mi jefe diciendo que renunciaba para poder entregarme al festejo, contagiado por los miles de ticos que están en Brasil.
Lo que sucede es que tal vez deba apurar el paso, porque seguramente la tensión también me quitó algunos años.
Pasar 46 minutos viendo un reloj, con la extraña sensación de que este no avanza, no debe ser sano. De verdad, qué sufrimiento; pero a la vez, qué felicidad.
Desde La Grada es un espacio en el que se pretende dar voz a los deportistas, para que digan lo que quieran, cómo quieran y cuánto quieran, con la intención de conocer aspectos de la historia de su vida, sin filtros ni intermediarios.
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