Con el maquillaje adecuado para marcharse dignamente, aunque sus quilates le exigían muchos más, España goleó ayer 3-0 a Australia y se despidió del Mundial.
En un partido intrascendente, pues ibéricos y oceánicos ya estaban fuera del torneo, los dirigidos por Vicente del Bosque se sacaron un poco la rabia de devolverse a casa apenas en la primera ronda, luego de ser goleados 5-1 por Holanda e hincados 2-0 por los chilenos.
Para España, campeona del Mundo en el 2010, y de la Eurocopa en el 2008 y 2012, la final en el del 13 de julio era casi obligación.
Sin embargo, el fútbol no siempre es coherente con los pergaminos, y la Roja jugó su último partido con un grupo dorado, de futbolistas estrellas, pero desgastadas.
Ya el “tiki taka” glorioso que llevó a los españoles a mandar en el mundo ahora es fácilmente controlado, aunque a veces los destellos de gente como Alonso, Iniesta o Xavi Hernández tienen efecto y el balón vuelve a parecer de película.
Estos nombres, unidos a otros ídolos como Villa, Casillas y el mismo Vicente del Bosque, podrían tener fecha de expiración en España, que ayer, por primera vez en mucho tiempo, fue jalada por los que tomarán el relevo.
Así surgió el primer tanto, cuando Juanfran, pulmón del Atlético, entró por la izquierda y centró para que Villa (quien ayer lloró al ser sustituido), hizo taco y marcó.
Era el 35’ y España jugaba mejor, aunque, claro está, Australia no es un rival para medir capacidades.
Próxima generación. Para la segunda parte, con el ingreso de Fábregas, Mata y Silva, el equipo ganó en rotación de la pelota, retomó sus principios de siempre, y se pareció mucho a la España dorada, que desde ayer despidió su época.
Así, con la sangre joven de quienes deben tomar el testigo, la campeona mundial puso el 2-0 tras una triangulación así: Iniesta, Mata, Iniesta y pase de lujo al Niño Torres, otro que tiene las horas contadas, pero por rendimiento, no porque él haya decidido marcharse.
El tercero y definitivo lo marcó Mata, quien aprovechó un enorme servicio de Cesc y le abrió un hueco al portero entre las piernas.
Con decoro, España despidió a quienes le dieron gloria; el rival y el resultado, eran lo de menos.