“Nunca me habían pedido un autógrafo”, declaró el segundo lugar en masculino, el canadiense Tommy Mylnikov.
Esa frase resume la sorpresa que se llevan los tenistas junior que vienen a la Copa del Café cuando se encuentran estadios llenos y decenas de niños que les piden la firma en camisetas, balones y pequeñas hojas de papel.
Al final de cada duelo, las bolas de tenis se amontaban en las mallas esperando el marcador que les diera un recuerdo en tinta.
“Yo nunca había venido a un torneo así, esto no se da en los torneos junior”, dijo la campeona femenina, Varvara Flink.
Los ticos llenaron el estadio en las finales y en instancias anteriores tampoco decepcionaron.
“El circuito de esta categoría no acostumbra tener tanto público y menos uno tan metido en los duelos. Es grandioso”, dijo el campeón masculino, Nikola Milojevic, de Serbia.
El público tico se ha caracterizado por su apoyo a los no favoritos y a los latinos al inicio de los partidos.
“Le agradecemos a los ticos, nos dieron un apoyo increíble”, dijo la mexicana Alejandra Cisneros, campeona en dobles.
Ya conforme avanzaban los encuentros, ese favoritismo dependía de quién fuera ganando, porque los costarricenses querían que los juegos se extendieran lo más posible.
Uno de los momentos más curiosos con el público fue en la final de dobles masculinos, cuando el estadounidense Luca Corinteli soltó una risa porque los ticos reclamaban una pelota que ni él le discutió al juez de silla.
Los tenistas, además, destacaban que nunca recibían tanta atención de la prensa, ni en sus países.
Por eso la mayoría salían alegres y sonreían mientras se tomaban una foto con sus nuevos admiradores costarricenses.