Cuando se habla de artes marciales mixtas lo primero que viene a la cabeza de muchos es la UFC, incluso de quienes no son precisamente fanáticos. Es como decir baloncesto y pensar en NBA; decir fútbol americano e irse directamente a la NFL.
Así de fuerte logró imponerse en la mente del público una marca que empezó a funcionar en 1993, pero no fue hasta 2009 cuando su popularidad se hizo mundial.
Costa Rica no escapó de ese bum. Prácticamente una década después, esta disciplina sigue vigente, aunque en este momento sufre las consecuencias de la pandemia, como el resto de deportes.
Previo a la aparición del nuevo coronavirus, el MMA estaba en un nivel de crecimiento sostenido. Durante la última década emergieron las academias para practicarlo y con ello jóvenes más interesados en asumirlo como una carrera profesional.
Ese, probablemente, sigue siendo el reto principal en el país: consolidar una figura. Pero de esa meta se derivan interrogantes alrededor.
¿Qué falta para convertir la disciplina en algo más que academias aisladas y buenos talentos con dificultad de encontrar apoyo económico?
Así como MMA se asocia con UFC, en Costa Rica el nombre de Alejandro Mandarina Solano está ligado a este deporte.
Quien ha sido la figura más reconocida en el país admite que uno de los problemas, no de ahora sino de hace mucho, es el ego en las diferentes academias, pues “es algo económico, más de negocio”.
Y aunque esto no sea del todo malo, pues de esa forma pueden ser sostenibles, cada una vela por su interés, sin que exista alguna entidad encargada de buscar objetivos comunes.
Muchas artes marciales del país están federadas, incluso el jiu-jitsu, que es parte fundamental del MMA, pero esta última no cuenta con esa figura.
José Calvo y André Barquero, dos de las figuras de este momento, ven con buenos ojos esa posibilidad, sobre todo porque lo asocian con mayor respaldo y con ello la opción de tener mejores resultados al momento de buscar soporte económico.
“A veces la gente piensa que MMA es vale todo… es un deporte con sus reglas claras y si se regulara, el Icoder podría ayudar, habría marcas que ven ese respaldo. Además, se protege al atleta para que haya una enseñanza adecuada”, comentó Barquero, quien tiene 25 años y desde hace diez practica MMA.
Cuando Barquero dice enseñanza adecuada se refiere a la profesionalización, porque en este momento es difícil comprobar la calidad de cada una de las academias.
“Cualquiera se pone una academia”, menciona Calvo. Aunque en el medio saben cuáles son las más destacadas, no todos los que se inician lo saben.
“Empiezan a guiar a la gente de mala manera, y al final ellos hacen plata, pero no van para ningún lado. Necesitamos una federación que regule, que haga unión entre peleadores, porque somos pocos”, agrega el peleador que hace unos años decidió partir a Chicago en busca del sueño americano, pero enfocado en MMA.
Calvo, de 27 años, tiene contrato con Combate Américas, al igual que Barquero, quien en noviembre anterior se convirtió en el primer tico hombre en ganar en dicha liga, dirigida al público latinoamericano y es tomada por muchos atletas como trampolín a la UFC. Ahí la primera peleadora en ganar fue Reina Córdoba.
Pero así como Calvo lo intenta en Estados Unidos, Barquero se guía con Athletic Advance, también está Jafet Herrera (23 años), “ficha” de la academia Mandarina MMA.
De acuerdo con Alejandro Solano, su pupilo tiene “habilidades innatas que nunca he visto”.
La carta de presentación de Herrera fue ganar en febrero pasado en su primer combate internacional, en la liga Lux Fight, la cual se promociona como la más exclusiva de Latinoamérica.
Llegar a un consenso de cuáles son las ligas más importantes después de la UFC o Bellator también es un debate.
Pero volviendo a Herrera, su entrenador considera que el mayor obstáculo en este momento es la falta de recursos económicos.
Ariel Sexton, quien pelea en la liga ONE FC, de mercado asiático, sabe muy bien que el tema dinero es un freno para muchos.
Él vive en Nueva York, peleó muchos años en el país, y no duda en decir que pueden pasar años sin ver un “salario” para quienes intentan ser profesionales.
Con 39 años, hoy puede seguir recibiendo dinero de peleas, pero debió combinarlo con otros trabajos y negocios, aunque siempre relacionados con la disciplina.
Muchos suelen combinar la práctica con la enseñanza. Así lo hizo Mandarina y el resultado dio sus frutos.
“Gracias a esto logré conseguir mi casa propia, vivo de esto mucho tiempo, hasta ahora en 2020 que la pandemia nos obligó a cerrar la academia, pero la imagen también cuenta”, resalta.
Es por eso que darse a conocer en el medio tico es una de las metas de los llamados promesas, tocar la puerta para buscar patrocinadores se vuelve una tarea titánica.
“Es difícil, también el deporte tiene un estereotipo de que es para gente agresiva o es muy salvaje. También entiendo que hay que vender, los patrocinadores desean algo a cambio, por eso en este momento estoy buscando la forma de hacer eso”, analiza André como una de sus próximas metas.