Los Lakers, con el escolta Kobe Bryant, de líder, y la mejor versión del ala-pívot español Pau Gasol, hicieron bueno el sentir de su director técnico, Phil Jackson, quien dijo que “los Celtics son el equipo que mejor sabe perder los partidos en el cuarto período”.
A partir de esa realidad estadística, los Lakers, como les sucedió a los Bulls de Chicago con el legendario Michael Jordan, se limitaron a aprovechar lo que el rival les ofreció. Lograron el decimosexto título de campeones de su historia, segundo consecutivo, y se quedaron a solo uno de la franquicia de Boston, con 17.
Bryant sumó su segundo premio de Jugador más Valioso (MVP) de las Finales, aunque honestamente en el sétimo partido no fue el mejor ni el más decisivo.
En realidad, el título debió corresponder a Gasol y al alero Ron Artest; sin ellos los Lakers ahora no estarían celebrando el título.
Como sucedió durante la temporada regular, los Lakers no fueron el mejor equipo ni en la liga ni en la conferencia oeste, pero tuvieron al jugador más determinante que hay actualmente, y este no es otro que Bryant, quien encontró en Gasol a su complemento ideal.
Mientras en Los Ángeles todo es sonrisas, en Boston no se sabe cuál será el futuro de los Celtics después que su reconstrucción rápida de los “Big Three” ha llegado al final con un Ray Allen, Paul Pierce y Kevin Garnett alejados de sus mejor baloncesto, cuando en el 2008 lograron el título de liga ante los Lakers.
Tampoco está claro qué sucederá con el entrenador Doc Rivers, quien acaba contrato en este mismo mes, y quien ha manifestado que tiene intención de pasar más tiempo con su familia.
Pero hasta no tener certeza de qué es lo que va a suceder en la temporada del 2010-2011, la pasada dejó a un bicampeón que se limitó a cumplir con los pronósticos.