El merengue, la salsa, la bachata los boleros y ¢89.000 mensuales son los pilares de Wilson Solano para construir sus sueños en la pista.
Este brumoso, hijo de una costurera (Hannia Solano) que a base de puntadas y alfileres sacó tres vástagos –Lisandro, Wilson y Giancarlo– adelante, se convirtió el viernes anterior en el campeón centroamericano de los 800 metros lisos.
Sin embargo, su ascenso a la cima del área no ha sido nada fácil: comienza con un asma superada y unas tenis que salieron de la venta de un walkman, una rifa de ¢5.000 y otros ¢10.000 que le dio la mamá.
“Mi abuelita, Marianelly García, me había regalado un walkman , pero lo vendí para ajustar la plata de unas Asics”, recordó Solano el martes 25 en la sede deportiva de la Universidad de Costa Rica.
Tras una infancia en la que el trabajo de campo (desyerbar y jalar sacos de berros) fue constante, Solano le apuntó a ingresar en la UCR para estudiar Ciencias del Movimiento Humano.
Allí recibe una beca de ¢89.000, la cual combina con el dinero que le deparan las lecciones de baile que imparte sábados y domingos.
“Resulta que hace un año tuvimos clases de baile en la U y me dí cuenta que, además, del atletismo, también era bueno bailando; mis compañeros me dijeron que les diera clases y así empezó todo”.
Para mejorar su técnica Solano se metió a Rumba Latina, una academia en Cartago y después comenzó a dar clases en su casa.
“En la academia me ofrecieron trabajar exclusivo, pero no me servía, necesito la plata y lo hago en mi casa (San Rafael de Oreamuno), ahí tengo varias personas”, comentó.
Conforme los pasos sobre la pista mejoraron, Wilson quiso explotar el otro talento que por falta de plata estuvo a punto de dejar.
El atletismo, en el cual había ganado medallas de oro en Juegos Deportivos Nacionales, volvió a aflorar, y en esta etapa la ayuda de Jorge Lobo di Palma, profesor y entrenador de la UCR, ha sido vital.
“Cuando empecé con don Jorge, a finales del 2011, estaba haciendo 1:55 minutos en los 800 metros... Luego el trabajo con el “profe” (Di Palma) comenzó a dar resultados y para abril del año pasado hice 1:52, algo que jamás imaginé”.
A pesar de su progreso, el Icoder le negó una beca deportiva que Solano solicitó a principios de año.
El viernes pasado, cuando ganó el oro centroamericano mayor en Nicaragua, él detuvo el cronómetro en 1:51:90, con lo que confirmó que los sacrificios de su madre están siendo recompensados.
Para confirmar su ascenso, este muchacho que se levanta a las 3:50 a. m. y se acuesta a las 10 p. m. entrenado y estudiando, correrá en los Juegos Mundiales Universitarios, en Rusia, del 8 al 19 julio, donde irá por talento y buenas notas.
Con baile y ¢89.000 Wilson Solano no quiere dejar de crecer.