Montevideo. AFP Entre lágrimas e hilaridad, los uruguayos despertaron ayer de un sueño que los catapultó hasta el umbral de la quimera y gracias al cual recuperaron un tesoro perdido: la fe en la Celeste, tras caer en las semifinales del Mundial 3-2 ante Holanda.
“Hoy nos tocó perder con mucha dignidad, pero igual estamos bárbaros, los muchachos son notables, son verdaderos héroes”, destacó el presidente uruguayo, José Mujica, quien presenció el partido junto a 2.000 personas en un famoso auditorio en la capital, Montevideo.
El mandatario vivió el encuentro como un hincha más, gesticuló con los fallos arbitrales, gritó enfervorecido los goles de Diego Forlán y Maximiliano Pereira, sufrió como “puñaladas” las conquistas holandesas y terminó alabando la tenacidad de todos los futbolistas charrúas en la Copa del Mundo.
A escasas cuadras de la sala de espectáculos, una multitud alentó a los dirigidos por Óscar Tabárez en la céntrica Plaza de la Independencia de Montevideo, y tras el pitido del uzbeko Ravshan Irmatov, explotó al grito de “Sooy celeste...”
“Ellos (los jugadores) ya cumplieron, nos hicieron saltar de felicidad, enronquecieron nuestras gargantas y no podemos otra cosa que tributarles este humilde homenaje, porque para el pueblo uruguayo son campeones”, dijo Romina, enfundada con la camisa charrúa.
La capital uruguaya se tiñó nuevamente de celeste y volvió a paralizare para ver a su selección en semifinales del Mundial, por primera vez desde México 1970.
Las oficinas estatales cambiaron sus horarios, el Registro Civil adelantó los casamientos programados para la tarde y el servicio de transporte urbano decayó ostensiblemente durante el partido.
Uruguay, bicampeón del mundo (1930 y 1950) y único país suramericano en semifinales en Sudáfrica, despertó de un sueño que lo llevó a recuperar el prestigio internacional, rebasando la barrera de la utopía y superando las expectativas.
“Esto es mucho más de lo que nos podían dar. Inimaginable desde todo punto de vista. Gracias, mil gracias, muchachos”, señaló Alejandro desde la parte trasera de una camioneta llena de hinchas.