Alajuela. Final de finales. Increíble. ¡Qué nerviosismo! En la cancha, en la grada, en el palco de prensa, ningún sector del Morera Soto le escapó a dicha sensación.
Fue una intensísima batalla entre dos equipos tan parejos que no bastaron todos los minutos reglamentarios del certamen para definir un campeón. Dos equipos con hambre, con aficiones fieles y jugadores entregados.
Pero aquí entra la injusticia. Solo uno podía ganar y fue el que lo quiso más. No el más bueno, no el más táctico. El tiempo extra no permite eso. Solo da espacio para el coraje y la lucha. Ahí ganó la Liga.
¿El gol de la victoria? ¡Qué importa cómo fue! Lo vital fue lo que significó. El puntillazo de Álvaro Sánchez al 111' otorgó un título bien merecido para la Liga, que también fue el mejor de la fase regular. El mejor en los últimos años. Cuatro títulos en cinco torneos lo reflejan.
Con el pitazo inicial de Walter Quesada, los equipos le metieron el freno al juego, no el gas. Fue como que querían desvincularse del ambiente cargado de fervor y nerviosismo de la gradería. El plan era irse encendiendo poco a poco.
Pero fue la Liga la que le metió más leña al fuego en la primera mitad. Fue la que llevó más peligro.
Los costados fueron una vez más su aliado. Nuevamente el técnico Óscar Ramírez demostró porqué acumuló tantos títulos en tan poco tiempo. Movió sus piezas y le sacó ventaja a su excompañero de Italia 1990, Claudio Jara.
A sabiendas de que Waylon Francis sería un obstáculo más grande para el desequilibrio de Allen Guevara, puso del otro lado a Diego Calvo para enfrentar a Marvin Obando.
Calvo hizo lo que quiso por ese costado. Entró con todas las ganas que acumula alguien que perdió el puesto durante el torneo. Obando las sufrió una; dos, tres ocasiones.
La dupla de Luis Miguel Valle y Jorge Davis lo recuperó todo. El primero con su despliegue, el segundo con sus ganas y sus piernas largas.
Todo el estadio sabía lo que iba a pasar en el segundo tiempo: Herediano echaría el resto.
El Team llevó al complemento lo que tuvo todo el torneo, pero se reservó en el primer tiempo.
Los florenses se fueron encima; presionaron, corrieron, se mataron. Sonará irónico, pero dentro de la obligación tuvieron paciencia y a pasitos fueron acercándose al gol. Tomaron el balón, tocaron de un lado a otro y pisaron el área.
Y llegó lo impesado. Error gravísimo de Valle al cierre le dio un penal que transformó Ismael Gómez. Luego, una jugada enredada en el área mató al Team. Remató Gabas, remató Andrade, remató Sánchez. El último se llevó el premio. Su equipo la gloria.