El arbitraje ha sido criticado fuertemente en los últimos días, al punto de provocar la salida de sus máximos dirigentes, Ricardo Cerdas y Carlos Batres, pero la realidad es que en nuestro país los silbateros no se pueden considerar profesionales en la materia.
Los árbitros de Costa Rica tienen que combinar sus funciones dentro de la cancha con otros trabajos. Entre ellos, por ejemplo, hay taxistas, policías, vendedores, empleados de empresa privada y emprendedores.
Los entrenamientos son dos días por semana, en los cuales se tienen que afinar la parte táctica, técnica y física en cuestión de hora y media por sesión.
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Dentro de la Comisión de Arbitraje hay conciencia de que no se les puede exigir a los árbitros que asistan a los entrenamientos semanales, pues cada uno debe cumplir con obligaciones en otros trabajos que son la base de su sustento. Los réferis ni siquiera son considerados legalmente empleados de la Fedefútbol, entidad que por ende no cubre sus cargas sociales, como el seguro obligatorio para todo trabajador de empresa.
La profesionalización parece utópica a corto plazo, pero para Rándall Poveda, analista arbitral, sería una solución para bajar la tasa de errores dentro del terreno de juego.
“El error siempre va a ser una problemática dentro del arbitraje, pero en el momento que el árbitro le dedica más tiempo a estudiar y prepararse, por supuesto que va a minimizar los errores de hoy en día”, detalló Poveda.
Además, los árbitros tienen que hacer sacrificios en sus trabajos para poder estar en todas las fechas en que son nombrados y trasladarse a lugares alejados de la capital para poder dirigir.
Los árbitros centrales reciben poco más de ¢200.000 por dirigir un encuentro; dicha cifra es menor para los asistentes y para los que son designados como cuartos árbitros.
“Es lamentable que en una fecha miércoles la mayoría de los árbitros de primera salen a las tres o cuatro de la tarde para ir a dirigir un partido de primera. Imagínese cómo puede llegar un árbitro que tuvo un mal día en el trabajo”, añadió Poveda.
Para Poveda, si se profesionalizara esta labor, los silbateros podrían aprovechar todas las instalaciones del Proyecto Gol, el cual cuenta con canchas para trabajar la parte física y técnica, un gimnasio para el fortalecimiento físico y las aulas para recibir capacitaciones.
Si observamos las realidades arbitrales a nivel mundial, Costa Rica está muy lejos de tener un arbitraje de primer mundo.
Por ejemplo, en Inglaterra los árbitros tienen un salario fijo por mes, el cual asciende a los ¢17 millones y se les paga un adicional por partido dirigido.
En el caso de España, recientemente La Liga española asumió los costos de la seguridad social de los árbitros, lo cual implica un gasto de dos millones de euros, unos ¢1.442 millones por año.
Según un reporte del Economista de España, la FIFA en el Mundial de Rusia 2018 le pagó a cada uno de los árbitros élite 57.000 euros, unos ¢41 millones y 2.500 euros más (¢1.8 millones) por partido dirigido.
Si lo llevamos a un ámbito más cercano, en México se le paga a los árbitros ¢1.200.000 por partido dirigido, pero se les cancela casi ¢1.000.000 como sueldo base, sin importar si no es nombrado en todo el mes.
Lo cierto es que en Costa Rica está muy lejana la posibilidad de que los encargados de impartir justicia domingo a domingo puedan ver el arbitraje como algo más que una pasión.