Alkmaar, Holanda. Es 15 de setiembre y Esteban Alvarado recibe una invitación para celebrar en tierra lejana el Día de la Independencia. Pero no la de Costa Rica, sino la de México.
“ Héctor Moreno (mexicano del equipo AZ) me dijo que vayamos a un restaurante en Ámsterdam, que ahí van a tener una fiesta”, explicó Alvarado mientras conversaba con este diario en un café del centro de Alkmaar.
Moreno y el italiano Graziano Pellé son los compinches del guardameta tico en sus primeros meses en Holanda. Los une el idioma o los mismos intereses.
“Esa es mi pandilla, aunque también comparto mucho con los otros latinoamericanos, como Romero (arquero argentino) y el paraguayo (Celso Ortiz). Siempre nos sentamos juntos a comer o cuando vamos de viaje”, explicó.
Moreno es uno de los futbolistas mexicanos multados por participar en una fiesta después del partido amistoso contra Colombia, el pasado 7 de setiembre en Monterrey. Para el momento de la entrevista con La Nación el escándalo no había trascendido.
El azteca es uno de los compañeros que le aconsejan a Alvarado tener paciencia mientras le llega su hora en el equipo tulipán.
Lejos de casa. El arquero ya vivió la experiencia de salir del hogar de sus papás en Siquirres (provincia de Limón), cuando se trasladó al Valle Central para enrolarse en las ligas menores de Saprissa.
Al principio estuvo un tiempo con la familia del exmorado Erick La China Corrales, que recibía una suma del equipo para hospedar a jugadores de otras zonas.
Luego se pasó a una casa en Heredia junto con su hermano, donde vivió hasta que le llegó la hora de la mudanza a Europa.
Ahí hace buenas migas con su pandilla. Hacer amistades le sale de natural: era de los más extrovertidos en el autobús de la Selección de Siquirres, donde le pusieron el apodo Busterman , recortado luego a Buster , como lo conocen sus colegas en Costa Rica.