Lejos del gastado discurso de los brios, las ganas y los sueños... Óscar Ramírez planteó un partido para controlar y mandar. Aún así, ganó el equipo con más oficio.
Un Fulham displicente y con pocos argumentos ganó un partido apagado por buenos trechos, en el que ambos equipos mostraron estar muy crudos en sus pretemporadas: las piernas pesan y las conexiones escasean.
El partido prometía cuando anunciaron las alineaciones debido a que Martin Jol puso en cancha lo mejor del Fulham, incluido el costarricense Bryan Ruiz, y Ramírez sorprendió con un planteamiento mucho menos conservador de lo esperado en la Liga.
El 4-4-2 manudo parecía rígido, pero en el césped mostró mucha dinámica, orden al presionar y, sobre todo, avidez por la pelota.
De ahí que los erizos lograran llevar la voz cantante en los primeros minutos del partido.
Cristian Oviedo fue quien más cerca estuvo de abrir el marcador en la inicial. Primero obligando a Marteen Stekelenburg a tirarla al tiro de esquina y, luego, con un remate que se fue desviado cerca del ángulo izquierdo.
Sin embargo, el Alajuelense sufrió de las carencias de coordinación propias de un equipo en plena pretemporada.
El Fulham aprovechó para adelantar líneas y encerrar a los liguistas antes del mediotiempo.
Entonces, Alfonso Quesada tuvo los chances para lucirse como arquero titular. A Dimitar Berbatov le paró un cabezazo, al 24’, y a Ruiz le desvió un disparo que llevaba visa de gol, al 44’.
Goles entre aburrimiento. El complementó empezó muy mal, con la calma propia de quien ya no puede correr mucho y desea pactar un empate, minimizar los riesgos.
Mas el marcador se movió casi de forma fortuita. Dos descuidos defensivos y un gol por equipo.
Steven Sidwell cabeceó un tiro de esquina en medio de la pasividad de la defensa rojinegra, al 61’.
El 1-0 parecía ingrato por lo mostrado por ambos equipos. No se trataba de que la Liga mereciera ir ganando, sino que ninguno merecía ir ganando el partido.
Lo bueno fue que estar con el marcador en contra obligó a reaccionar a Ramírez, quien de una envió al volante Kenneth García al campo de juego para buscar más.
Apenas con dos minutos en cancha el Coco sirvió un balón filtrado para que Allen Guevara se escapara y empatara el marcador, al 72’, ante la pasiva defensa.
Ese empate parecía mucho más justo, más leal a lo que se veía en la cancha. Una paridad que reflejaba lo que ambos buscaron.
Empero, no duró mucho.
Cinco minutos después Ruiz filtró la bola que culminó en un extraño penal. Berbatov con apatía marcó, al 79’.
El gol de Ruiz, al 87’, parecía algo convenido, como si en el contrato dijera que el astro tico debe anotar, al menos, una por juego.