Quien dude de la grandeza del Herediano, se quedó en matemáticas con la “Niña Pochita”. Diez finales en los últimos siete años es una estadística monumental. Nunca antes el jardín florense fue tan exuberante. Nunca antes acudió a tantas citas vestido de etiqueta.
Después de quedarse con las camisetas puestas y el orgullo alborotado en el verano del 2009, cuando Liberia se metió en la historia, el “Team” tuvo que digerir cuatro finales perdidas contra la Liga. Pero su cita por la disputa del título se volvió un rito, bendecido por la celebración del verano 2012 contra Santos y del 2013 frente a Cartaginés.
“Grande entre los pequeños”, se burlaban los manudos, que tuvieron de cliente frecuente a sus vecinos provinciales que, con grandes actuaciones en la fase regular, se deshojaban al momento de cosechar los trofeos frente a un verdugo que aparecía recurrente en sus pesadillas, con el rostro del “Macho” Ramírez.
Pero ya lleva dos veranos soleados a costa del ocaso liguista. Por penales en el 2015 y a puro futbol en el torneo recién acabado, Heredia se ha librado de su bestia negra y se consolida como el mejor de la última década. Es un habitante de las finales que se toma sus baños de gloria en la plenitud de los veranos, pues nunca ganó un trofeo al terminar el invierno.
La llegada de Medford parece haberle agregado la cuarta pata que necesitaba el banquillo, sacudido cíclicamente por los despidos entre título y título. “El Pelícano” disipó todas las dudas acerca de su presente como técnico, de su madurez detrás de la raya y de su compromiso rojiamarillo, a pesar de lo morado de su corazón. Todo apunta a que su estancia en el jardín de Patey puede ser larga y plácida.
Su verdugo de otras jornadas hoy traga dosis de aquella amarga medicina, gota a gota, como recomiendan los perversos que sean las venganzas. La Liga ya suma cuatro galardones perdidos en el último juego del campeonato, tres consecutivos, dos frente al Herediano.
El León ha puesto su melena en la barbería florense, que se alterna con la de Tibás. Le han cortado no solo las mechas, sino también las uñas. Mientras la Liga parece estancada en la cueva 29, Heredia se acerca con pasos de felino desafiante, relamiéndose del banquete vengador que promete ser para rato.