Utilizaba la camisa número ’10′, tenía una visión de juego que los comentaristas deportivos comparaban con la Wálter Centeno y un pase filtrado similar al de Wílmer López. Warren Granados, un ramonense, ilusionó al fútbol nacional a inicios de los 2000.
En el balompié costarricense explotó rápido, en el equipo moncheño estuvo dos temporadas y fue traspasado a la Liga, donde asegura que la falta de madurez y en ocasiones de mentalidad le pasaron factura.
“A mí me gustó mucho la etapa de futbolista, tuve la oportunidad de ir a un mundial menor, también fui a unos Juegos Olímpicos, estuve en proceso de Selección Mayor, estuve en un equipo grande, fue provechosa y buena”, expresa.
Seguidamente guarda silencio y luego es claro: “Si usted me pregunta ¿Pudo ser mejor? Pues claro... Pudo ser mejor, pudieron darse muchas más situaciones, pero bueno, pasó lo que tenía que pasar".
Warren es consciente que él era un jugador diferente, al punto que fue considerado como el encargado de llevar la batuta que trasladaban jugadores como el Pato López o Paté Centeno.
“A mí me gustaba esa presión, porque me ponían a la par de grandes nombres. Yo tuve a Wílmer como tope, desde pequeño fui liguista, fui compañero de él, fue algo muy bonito, por otro lado era incómodo porque mucha gente trataba de comparar el juego y no veían mi estilo, mi juego, ni mis características diferentes, pero uno sabía que había muchas miradas detrás”, profundizó.
Él mismo sabe que sus inicios tenían una expectativa muy alta, la cual quedó al final muy lejana.
“No exploté como debía, pero tampoco fue molesto para mí, así fue como se dio”, dijo.
Pero, ¿cuáles fueron las razones que evitaron el desarrollo correcto de Warren?
“Yo creo que muchas cosas, la inmadurez de uno. Yo pasé de no tener muchas cosas a encontrarme en Alajuela con dinero sin saber manejar emociones, futbolísticamente creo que llegó un punto que llegué a la Liga con expectativa, pero no se me daba la oportunidad de lleno, tenía a Bryce, Wílmer, Izaguirre al frente y hay circunstancias que sin una buena guía te afectan”, comentó.
“En la etapa de (Jorge Luis) Pinto sufría al no ser tomado en cuenta, me faltó fortaleza mental para sostenerme, con más edad yo creo que en la Liga no me decaigo... Porque imagínese uno con 22 años viene de unas Olimpiadas y no es tomado en cuenta. Yo no le reclamo nada a la Liga, pero futbolísticamente si me chocaba que no me dieran chance”, añadió.
Fuera del campo, Warren contó que siempre intentó cuidarse, contrario a lo que mucha gente pensaba.
“Yo creo que aquí hace falta en Costa Rica una visión más profesional. En mi época no se le daba importancia o no se enseñaba el profesionalismo. Uno se cuidaba antes, pero no había tanta información. Yo no voy a mentir, a mí me gustaba salir, iba con mis amigos, pero nunca me volví loco, viví lo normal”, enfatizó.
Después de intentar por dos años en Alajuelense, Granados empezó su andadura por otros planteles como Puntarenas, Cartaginés y su natal Ramonense.
“Yo iba cumplir 32 años y me retiré, terminé acá en San Ramón, descendí con el equipo, jugué como medio año con San Ramón y vinieron muchos problemas. Al final yo tenía mi trabajo, estaba terminando de estudiar y me retiré, simplemente el fútbol pasó a ser una segunda prioridad”, recordó.
Amante del deporte, Granados se dedicó a enseñar la otra disciplina de su vida: el baloncesto. Las puertas del Colegio Patriarca se abrieron y esa oportunidad no la dejó ir.
“Duré del 2008 al 2018 siendo entrenador, agarraba niños que entraban en la escuela y se mantenían hasta colegio, yo saqué muy buenas generaciones, fuimos campeones nacionales, saqué de todo. No quería saber nada de fútbol, aunque si me ponen una bola de básquet y otra de fútbol, agarro las dos”, admite.
Todo marchaba bien hasta que a principios de año se unió al cuerpo técnico de San Ramón, escuadra de la Liga de Ascenso. El gusanillo del balompié lo atacó.
“Aquí todos los años me han buscado para que juegue. Para mí esta etapa como asistente me da un nuevo aire, me da ese sentir del deporte y me despierta el gusanillo de competir, me pongo los tacos y me ataca la sensación de volver a jugar, pero la madurez dice: ‘quedate tranquilo’. Me debato internamente”, confesó.
A los 38 años, Granados no descarta regresar al rectángulo de juego.
“Yo si soy consciente que tengo cosas diferentes como jugador, yo lo he podido notar cuando juego baloncesto o fútbol, tengo una visión que yo sé que los demás no tienen. Yo lo digo porque la gente me dice: que buen pase pusiste, pero para mí fue muy fácil hacerlo... Que vacilón, fue muy fácil para mí, pero otros lo ven difícil. Ahí aprendí a valorar el talento que Dios me dio”, analizó.
En sus inicios todos apostaban por un Warren Granados titular en la Selección Mayor, mundialista y legionario, empero eso nunca llegó.
“A mí me hubiera gustado y me hubiera encantado jugar afuera y poder jugar un Mundial Mayor, yo sé que no es lo mismo pero la experiencia de unas Olimpiadas nunca me imaginé lo que significaba eso, el estar ahí que el atleta es lo máximo, tuve la oportunidad de estar celebrando los 100 años de los Juegos Olímpicos. Tal vez el fútbol me dio unas cosas y me quitó en otras”, manifestó.
Con 38 años, Warren Granados no está seguro de colgar los tacos del todo, ya que nota en el ambiente deportivo costarricense la ausencia de jugadores creativos como lo era él.
“El 10 sigue siendo necesario, porque no hemos encontrado la forma de sustituir la función que hace el 10, vos ves que cuando no hemos jugado con esa figura como Bryan (Ruiz) creo que le ha hecho falta a la Sele. Desde la época que yo jugué hacia acá han salido muy pocos por no decir ninguno”, concluyó.
El exjugador ahora es profesor de educación física y vive tranquilo y feliz en San Ramón. Warren es un fiebre de las mejengas y no descarta jugar un año con el equipo de sus amores en la Liga de Ascenso. Como jugador consiguió tres trofeos de campeón: dos nacionales y uno de Concacaf.