Pablo Solano tiene 25 años, es defensor central y fue pieza importante de la Asociación Deportiva San Carlos para el ascenso a la Primera División en junio del 2018. El pasado 15 de mayo se subió a la tarima como un toro más para celebrar el primer título en la historia de los norteños.
Pero ese día el zaguero lo hizo entre lágrimas, por el dolor que le causa una pubalgia, la cual lo mantiene alejado de las canchas desde hace un año y hoy lo hace pensar en el retiro.
Solano es canterano de San Carlos y solo ha vestido esa camiseta en el fútbol profesional. Debutó en el Invierno 2016, vivió el descenso del club y se mantuvo en el plantel para cumplir el objetivo de devolver a la institución a la máxima categoría. Nunca imaginó que, tal vez, el partido en el que se consagraron reyes de Liga de Ascenso sea el último de su carrera deportiva.
“Tengo más de ocho meses de estar de baja por la pubalgia. En realidad yo venía jugando el año pasado el torneo de ascenso, las finales, la final de Jicaral y todo. Ganamos, subimos a Primera, después de eso nos fuimos a pretemporada que fue muy exigente, muy duro, y cuando la pretemporada estaba terminando yo empecé con el dolor”, cuenta el jugador.
Solano asegura que esa dolencia no se le ha quitado, es un problema que no le permite estar en la cancha ni siquiera para entrenar con el grupo, ya que ha pasado por diversos tratamientos sin los resultados esperados.
El zaguero narra que los tratamientos incluyen infiltraciones en la zona de la pelvis, magnetos, electroterapia, punción seca (introducción de agujas en la zona afectada, con el fin de relajar y aliviar), tratamiento con plasma y plaquetas, mucha terapia y gimnasio. Pese a todo esto, “nada que me permita patear un balón”, menciona con resignación.
“Me han hecho también todo tipo de exámenes: ultrasonidos, radiografías, resonancias. No solamente recibí tratamiento acá en San Carlos, también me estuvieron enviando a San José con otros especialistas y el que me vio me dijo que hay dos tipos de pubalgia, una que se puede operar que se da cuando unos ligamentos o tendones se inflaman y eso se corta y soluciona el problema, la otra es meramente inflamación del músculo que le afecta los cartílagos. Esa es la que yo tengo y no se puede operar y por eso se me ha hecho tan complicado”, revela Solano.
Esas complicaciones lo han hecho pensar en el retiro, aunque es una decisión difícil por todo el esfuerzo que ha hecho para recuperarse. Revela que incluso se estuvo sometiendo a tratamientos con pastillas e inyecciones que le quitaban el dolor y que lo hacían pensar que estaba en condiciones de entrenar, pero el mal volvía más fuerte.
Para este año, sus deseos por sanar lo hicieron buscar otras opciones, pero los médicos le dijeron que la lesión podía ser crónica, algo que lo preocupó mucho más, según cuenta.
“Hay gente que tal vez no conoce esta lesión, yo escuchaba que era complicada, pero ahora que la estoy viviendo me estoy dando cuenta que con respecto a las otras lesiones esta es la más complicada porque no sabes cuándo te vas a recuperar, es un tormento que no se va nunca y llegas al punto donde no puedes saltar, si pateas te duele y si haces un arranque te duele y un futbolista profesional no resiste”
La celebración del campeonato fue muy significativa para Solano, ya que este torneo no ha podido estar con los compañeros por todos los tratamientos. El día de la final cuenta que les mandó un mensaje de WhatsApp para desearles lo mejor y que valoraran la salud que tienen, pero fueron ellos quienes le dijeron que debía asistir a la celebración.
“Los compañeros me respondieron, dijeron que yo era parte de ellos y que debía estar ahí. El día de la celebración, cuando hicieron la presentación y me pasaron (a la tarima), significó demasiado porque yo no me sentía ni siquiera parte de ser campeón porque no había jugado ni un minuto, ellos me hicieron ver que yo había aportado en el pasado. Cuando me abrazaron me hicieron llorar y yo caí de rodillas” relató.